La ciudad visigoda perdida

Debería estar de vacaciones, lo sé. Para quienes penséis que soy adicta al trabajo, dejadme decir que nada de eso. Mi regreso antes de septiembre, cuando el próximo lunes la columna de opinión vuelve a abrir su persiana, se debe a que varios lectores me han preguntado por el relato en el que se basa mi novela La ciudad de los godos.

Como dice el refrán: «Pedid y se os dará».

Esta semana, de lunes a domingo, publicaré La ciudad visigoda perdida. Se trata de un relato corto escrito en 2007, inspirado en los hallazgos arqueológicos de lo que fue la antigua capital del reino visigodo en España.

LA CIUDAD VISIGODA PERDIDA

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Hay que ser idiota para hacer caso a tanta superchería y estar aquí, solo, cerca de las doce de la noche, paseando por estas excavaciones con este frío de mil demonios. Pero… ¿y si Nacho tiene razón? ¿Y si solo es cuestión de abrir la mente? ¡Estaría bueno que a través de algo que siempre consideré una farsa, sin ninguna credibilidad, pudiéramos llegar a la verdad de todo esto! Meses intentando descubrir si esto es lo que parece, y al final todo se reduce a eso. No puede ser tan fácil.

Aquí estoy, diciéndome: «Julián, enciéndete otro cigarrito, que la noche va a ser larga y la única compañía que tienes es esta luna llena iluminándolo todo, y esta vieja grabadora». Juntos hemos corrido muchas aventuras. Nos conocemos como si nos hubiéramos criado juntos. Es más, si me preguntaran, diría que hasta grabas por tu cuenta, aunque ahora que estamos solos vas a tener que reconocerme que te gusta que te toque, que te acaricie con suavidad…

Madre mía, ya empiezo a hablar solo, y eso que acabo de llegar. Pero esto está tan desierto… No se oye ni el ladrido de un perro.

Mi querida grabadora, en cuántas nos hemos visto. Temo que esta vez nos iremos a casa como llegamos, con una mano delante y otra detrás. Ya sabes, lo que tenemos y nada es lo mismo, aunque es verdad que es más que ayer. Pero así funciona esto.

Sí, sí, ya sé que a ti te gustan más las entrevistas con esas actrices guapas a las que sacas su mejor voz, o con políticos que meten la pata y tú siempre registrando ese gazapo inoportuno. Cómo olvidar aquella vez que el Director General de Patrimonio y Museos negó haber dicho lo que dijo. ¡Y vaya si lo dijo! A ti no se te escapa ni una. O la última que le liaste a Monseñor… Bueno, mejor dicho, la que Monseñor intentó colarnos, ¡y en qué lío se metió él solito!

Es que lo haces todo. ¿Qué se creen estos, que pueden hablar como loros? Luego les demuestras cómo son las cosas: nada de tergiversar, todo literal. Al final, terminan diciendo: «Donde dije ‘digo’, no dije ‘Diego’».

¡Que son muchos años en este oficio! No es que me las dé de listillo, porque alguna también nos han colado, pero cada vez es más difícil.

¡Joder! Para de grabarme, que luego no me gusta escucharme. Hablo porque si me callo, me duermo, y no es noche para echarme un sueñecito.

Tampoco puedo dejar de pasear, porque si no me muevo, me congelo. Las noches toledanas son de aúpa.

Nacho y sus intrigas no me dejaron dormir la siesta. Ellos son los culpables de que estemos aquí: la luna, el Camel, tú y yo. Parecemos los tres mosqueteros de Dumas, pero recuerda lo que decía mi padre: «El que quiera peces, que se moje el culo». Y aquí estamos, mojándonos el culo. Aunque no lo tengo claro, nada claro.

Me dejo llevar por el instinto, que a veces falla, pero esta vez sé que estoy haciendo lo correcto. Sé que del instinto no se come, que son los hechos los que cuentan. Necesitamos probar que Nacho tiene razón, porque si es así, todo por lo que hemos luchado para que esto no desaparezca habrá tenido sentido, habrá merecido la pena. Ya sabes que no me gusta ponerme medallas, pero no soy más que nadie. Juntos tenemos que demostrar que aquí hay lo que Nacho dice que hay. Esta noche debe ser de esas en las que decimos «¡funciona!» y cantamos «¡bingo!».

Enciendo otro cigarrito. No seas como mi mujer, no me los cuentes como hace ella, no me vengas con que fumar es malo y esas pavadas.

¿Por qué estamos aquí? Esa es la gran cuestión a resolver, y esta es la noche propicia para encontrar la respuesta.

To be continued…

Galiana

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About Galiana

Escritora, bloguera, podcaster, enamorada de todo lo que huele y sabe a Cultura
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3 Responses to La ciudad visigoda perdida

  1. Avatar de marcosangulojavier clamorsegovia dice:

    Gracias

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  2. Pingback: La ciudad visigoda perdida – Manuel Aguilar

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