Sí estás leyendo esto es porque curioseaste entre mis cosas buscando respuestas. No voy a censurar lo que has hecho, nunca he sido de esa clase de personas, y más cuando todo se debe a un querer saber, no a un cotillear sin más. Lo que si me vas a permitir que te recuerde que por culpa de la curiosidad al gato le pasó lo que le pasó, así que es mi obligación recomendarte que dejes el papel donde lo encontraste, des media vuelta y no vuelvas a por él.
Si continúas leyendo es porque no has hecho caso de mi advertencia, mal asunto, qué le vamos a hacer. Desde tu libertad has decidido seguir aquí, y desde la mía te advierto que el seguir con la lectura puede convertirse en una pesadilla para ti ya que probablemente no estés en condiciones de aceptar la responsabilidad que conlleva el seguir leyendo.
Tu interés por saber es más fuerte que mis advertencias, así que voy a darte lo que has venido a buscar, pero insisto, desde el siguiente párrafo ya no habrá vuelta atrás.
En estas líneas, escritas de mi puño y letra y firmadas sin coacción alguna, reconozco que desaparecí por voluntad propia. Lo que no sé es si en este momento soy un cadáver o mis restos están dentro de una urna, porque los planes siempre pueden torcerse, por muy buenos y bien planificados que estén siempre sucede algo que hace que pierdas el control de la situación y termines donde no querías estar, que no necesariamente es donde debes.
Las razones que tengo para desaparecer, para quitarme del medio, para dejar de estar, o llámalo como quieras, no te las voy a revelar, con saber que lo hice ya tienes más que suficiente, pero sí quiero que las entiendas.
Tú, mi lector imprudente, si has olisqueado entre mis cosas es porque perteneces a “la familia”, y por lo tanto es absurdo que te explique el funcionamiento de la misma porque lo conoces perfectamente. Sabes que pertenecer a ella tiene sus más y sus menos, siempre y cuando no te saltes las normas estará de tu parte, pero si no lo haces… mejor desaparece o ella hará que lo hagas.
No digas que no te advertí unos párrafos más arriba que abandonaras la lectura de este manuscrito, pero no me hiciste caso, ahora debes sufrir las consecuencias.
Descubrir un secreto como éste te obligará a guardar silencio, incluso entre los nuestros. No, no podrás decirle a nadie que salté voluntariamente desde el puente al río, que bajo el mismo me aguardaba un barco tripulado por quienes más habrán estado buscando mi cuerpo y menos lo habrán encontrado. Ésos que no pertenecen a “la familia” y no lo harán nunca porque se encuentran en la antípodas de la misma, a ellos acudí ante la necesidad, y ésta siempre hace extraños compañeros de cama.
En este momento sé que darías lo que tienes por conocer las causas por las que quise desaparecer, pero son sencillas. Como te he recordado antes, el silencio es en lo que se basa “la familia”. El silencio cuando se descubre uno de los muchos secretos en los que está envuelta. Como estarás imaginando descubrí uno de éstos y por mucho que quise callar, por mucho que quise disimular, me fue imposible hacerlo.
Por si no te has dado cuenta, ahora que sabes que mi desaparición fue voluntaria, que si estuviera muerto “la familia” tendría que ver con ello, eres conocedor de un secreto, estás obligado al silencio, en caso que no puedas hacerlo eres capaz de imaginar cómo será tu final. Sí estás pensando en acudir a los que me ayudaron no te lo recomiendo, el trato fue romper el silencio respecto de “la familia” y con uno como yo tienen más que suficiente.
Cómo ves, te advertí que de continuar leyendo estas letras te podría pasar como al gato, a ése que la curiosidad le mató.
Galiana
Definitivamente, soy gato.
Me gustaMe gusta
Pues ten cuidado
Me gustaMe gusta