Caminando hacia el infinito, un pie le sigue al otro. No voy de un lado a otro de la senda sino por el mismo centro, con la cabeza alta, la mirada al frente, sin un rumbo fijo pero con el paso firme y seguro. Nadie me asegura que no te encuentre al salir de una curva, en un cruce de caminos, pero es evidente que estarás allí esperándome al llegar al precipicio.
Galiana