La recomendación que proponemos desde este espacio para empezar el Nuevo Año es hacerse con la revista The Journal of Feelsynapsis. Si no te haces con ella cometerás el mayor error de tu vida y lo estarás lamentando todo el año.
JoF es una publicación creada por una panda de locos, o no tan locos, cuya misión es tratar la CIENCIA (con mayúsculas) con un lenguaje que todos podemos entender.
La causa para traer hasta este espacio The Journal of Feelsynapsis es sencilla, tenemos el honor de colaborar en esta bendita enajenación y hacerlo con este relato en su ejemplar Nº2
Defensa pública de una tesis doctoral
Lo que voy a contarles probablemente no lo crean, e incluso con toda probabilidad no se ajusta a la realidad de los hechos pero de alguna manera tenía que narrárselo.
Verán hace algún tiempo contacte, por estas casualidades tontas que tiene la vida, con un grupo de reconocidos y afamados científicos entre los que incluyo a uno con grandes aspiraciones de recibir en Estocolmo el más alto galardón en el mundo de la ciencia. Como les estaba contando antes de mi distracción, la cual me han contagiado estos locos de la ciencia ya se sabe todo se pega menos la hermosura, estas mentes tan preclaras solían mirarme por el rabillo del ojo apodándome “La magufa”.
Entre nosotros y siendo sincera el apelativo no me hacía gracia alguna, pero debo reconocer que no soy una de ellos, ni tampoco he querido serlo y en más de una ocasión me he cuestionado porque me admiten en sus reuniones.
Nunca he sido una mujer de aceptar reglas sin buscarle los tres pies al gato y evidentemente mi “yo interno” se negaba a aceptar el dichoso apodo de marras por muy cariñoso que este fuera.
Esta panda de locos y quien les habla tenemos por costumbre reunirnos una vez al mes no para debatir sobre grandes temas que afectan a la humanidad, ni para que ellos presuman de sus múltiples avances o de sus ingeniosas investigaciones; nuestras reuniones son bastante más banales porque se limitan a bebernos unas cervezas y a reírnos mucho, mucho, mucho.
Un viernes de luna llena, más tarde les explicaré los motivos que tenía para hacer combinar estas dos condiciones, al llegar a nuestro bar favorito se encontraron con que había una fiesta privada en la que los únicos invitados éramos nosotros, los de siempre, los que al menos una vez al mes nos reunimos para beber, hablar de fútbol, de carreras y de lo precioso que esta el mar cuando anochece.
Ya he vuelto a distraerme, por donde iba… ya recuerdo, mis colegas de esparcimiento llegaron al bar y al entrar todo estaba decorado como si se tratara de un tribunal, un tribunal donde uno de sus alumnos lee las dichosas tesis doctorales.
El dueño del local, representado a la perfección su papel, les dio las indicaciones pertinentes para que se acomodaran en sus respectivos asientos tras lo cual apareció servidora frente a ellos dispuesta a demostrarles que de magufa no tengo nada.
Mi alegato estaba basado en sus propias armas, use la razón, la deducción, la investigación y la experimentación. Comencé mi exposición analizando el concepto de magufa, por cierto no se molesten en consultar con la Real Academia de la Lengua porque el termino ni está ni le esperan por allí; hecha está aclaración continuare con la historia de lo que allí sucedió…
“Etimológicamente el término magufo tiene su origen en la unión de dos palabras mago y u.f.o. Por mago se entiende toda persona versada en el arte de la magia o que la practica; no lo digo yo, si quieren comprobarlo así es tal y como lo define el diccionario de la RAE.
U.F.O., son las siglas que traducidas del inglés al castellano vienen a significar objeto volante no identificado.
Al unir ambas palabras obtendremos que un magufo es toda persona que hace creer a los demás en todo aquello que no se puede demostrar de un modo científico y para logarlo fundamenta todas sus tesis en una equilibrada combinación de oratoria y fe”
Pueden creerme, o no, pero ese fue el modo en el que comencé ante aquel grupo de atónitos científicos y científicas, que también había mujeres, la defensa de mi tesis sobre como yo no era una magufa, o al menos no una magufa al uso.
Tras haber analizado la palabra etimológicamente continúe enumerando las características propias del concepto en cuestión…
“Un magufo es alguien con una alta graduación de “miopía” y por lo tanto sin la utilización de unos lentes apropiados suele tender a distorsionar la realidad.
Como los informes médicos les demostrarán mis ojos no son portadores de enfermedad alguna, ni siquiera indicios de presbicia dada mi edad.
Para aquellos que han notado que al hablar de miopía hice el gesto con las manos de entrecomillar mis palabras les diré que sobre su mesa tienen un breve resumen de mis 18 años como profesional donde queda demostrada mi capacidad para observar la realidad ajustándola al milímetro a la verdad”
Les deje unos minutos para que comprobaran la documentación que les había adjuntado y cuando todos hubieron hecho lectura de la misma decidí que debía continuar con mi exposición…
“Los magufos son conocidos por no creer ni lo que venden ni lo que practican.
En la documentación adjunta podrán comprobar cómo jamás he sido comerciante y en lo que respecta a vender debo reconocer que le vendí mi alma al diablo hace tiempo pero esa transacción comercial no afecta al objeto de mi tesis.
Sobre el tema creencias, de siempre he confesado públicamente mi agnosticismo y como tal declaro inaccesible al entendimiento humano todo conocimiento de lo divino; en eso soy como Tomás debo meter la mano en la herida y aún así no termino de creer del todo.
Ahora bien en mi defensa alegaré que para llevar adelante un proyecto debo creer en él desde el principio, de no ser así no participaré en el desarrollo del mismo dado que el ser mercenaria no entra en mis planes profesionales”
Las miradas de todos ellos se clavaron en mí, sentí que ganaba la partida y proseguí…
“Un magufo está relacionado con los fenómenos paranormales entre los que se incluyen los fantasmas.
Una vez han comprobado oportunamente mi profesión, no les extrañará que les manifieste haberme topado con fenómenos de todas clases, colores y sabores; todos ellos, antes o después, terminan queriendo imponer la única ley que conocen, la de la testosterona. Para testosterona la mía, a pesar de ser mujer.
Respecto a mis encuentros con fantasmas admito toparme con ellos a diario, relacionándome, la necesidad obliga, con todos ellos. No se preocupen no son entes incorpóreos, cuando la ocasión así lo requiere al hacerles frente suelen no controlar esfínteres, mojando y bien sus pantalones”
Después les hable del tema videncia, demostrándoles que la mía era producto del análisis del comportamiento de los hechos repetitivos totalmente alejada de las artes nigrománticas.
Debo confesar que me sentí crecida por momentos, del trance en el que estaba metida iba a salir con nota y sin mi maldito apelativo pero entonces…
Entonces el condenado virólogo de profesión y soñador por afición, dicho por él que una se precia de no añadir calificativos al personal, me planteó la siguiente cuestión:
“Señorita Galiana, su exposición está siendo digna…”
Al escuchar el adjetivo digna, me van a excusar sino les digo lo que paso por mi mente más que nada porque me acorde de su “santa”
“… y convincente…”
El siguiente adjetivo fue el detonante para que a la “santa” se le uniera la madre de la “santa”, las pobres no tiene culpa alguna pero reconozco me vinieron a la mente.
“…pero debería usted saber que un magufo es aquel capaz de elaborar una teoría conspiranoica en toda regla”
En ese preciso instante nuestras miradas se cruzaron maquiavélicamente porque ambos nos conocemos hace tiempo y de sobra el “cientifiquito” sabe que llevo 18 años siendo periodista y que como tal elaboro conspiraciones a diario de esas que son capaces de hacer caer a un Gobierno, de esas que alteran el resultado de las urnas, de las que cuestionan la honorabilidad de un banquero, e incluso cortar de raíz las aspiraciones políticas de algún que otro Director de medio de comunicación.
Como si de dos pistoleros enfrentados a duelo se tratará el virólogo y servidora nos miramos para acto seguido guardarnos las pistolas y pedir cerveza para todos dando por terminada la lectura de la tesis sobre como demostrar que no soy una magufa.
Ni que decir tiene que desde aquel viernes de luna llena, la Diosa Venus protege ese día en dicha fase lunar más que ningún otro a quienes la invocan para cualquier asunto, seguimos reuniéndonos en el mismo bar por lo menos una vez al mes para reírnos de lo absurda que es la vida.
Ni que decir tiene que han olvidado el dichoso apelativo, ahora me llaman por mi nombre, Galiana, supongo que para evitar verse envueltos en alguna trama conspiranoica que pueda dar al traste con sus esplendidas carreras.
Este relato es insignificante al lado de lo mucho y bueno que se puede encontrar en la revista Jof.
Ah!!!!!!! se nos olvidaba lo principal que para eso hemos hecho este post y que no es otra cosa que desearles a tod@s un FELIZ Y JOFERO AÑO 2012
Galiana