Los lunes suelen ser odiosos e incluso frustrantes sobre todo cuando vienen precedidos de un fin de semana que de apasionante no tuvo ni la “a”, a pesar que prometía; este lunes viene galardonado con el don de la expectación gracias al debate nocturno entre PP y PSOE en Tv.
Cierto que los sondeos del viernes del CIS han hecho estragos en los socialistas porque esperaban unos datos malos, pero tan pésimos no entraba en sus planes; los del PP soñaban con la gloria pero no que se le abrieran las puertas de par en par con alfombra roja incluida.
El resultado de las encuestas ha provocado un inicio de campaña decepcionante, como hacía tiempo no se veía, donde lo más significativo ha sido ver a “la vieja guardia” del PSOE arengar a las tropas a votar para al menos poder decir que la lucha se intentó por todos los flancos; en el PP nos mostraron las caras ministeriales de un Rajoy contenido, siempre lo está, intentando aplacar el deseo de celebrar el triunfo ante las masas sin haberse producido aún la victoria.
El resto del tiempo cada cual en su cuartel general preparando un debate televisivo cuyas cifras económicas son desorbitantes, más si tenemos en cuenta la situación que atravesamos, al que vamos a asistir sin grandes esperanzas y hasta con ciertas dosis de apatía.
Desde este espacio no entendemos cómo es posible que dada la coyuntura en la que nos encontramos inmersos nuestros los políticos ofrezcan una imagen tan nugatoria; tan de ir a “lo suyo”, cuando “lo suyo” debía ser lo de todos.
El debate de televisión, esperamos equivocarnos, servirá para más de lo mismo. Veremos a un Rubalcaba que hace tiempo admitió la derrota y aún así dará la cara para salvar los muebles tratando de conservar la dignidad ante la brutal caída. Rajoy, sin sus teloneros de lujo, intentará demostrar que no es un lobo hambriento disfrazado de cordero y que no está de acuerdo en que el desembarco lleve implícito el asolar todo a sangre y fuego como quieren los suyos.
Las expectativas, algo mermadas, tienen una cita a las diez de la noche, hasta entonces disfrutemos de la jornada entre el volcán en erupción en la isla de El Hierro y el terremoto que se espera en los mercados bursátiles arrastrados por la tragicomedia griega hasta la cita televisiva de las diez de la noche.
Galiana