Aquella boca con su labial carmesí… ¡La de veces que fue mía! ¿Qué estoy diciendo? Jamás, nunca fue mía, ni de nadie.
En lo que a mí atañe durante un tiempo fui afortunado, al ser elegido por su mano, para disfrutar de ese rojo pasión que ella añadía a sus ya de por sí sensuales labios.
A cambio fui un mísero esclavo de todos sus deseos.
Galiana