Desacuerdos y consecuencias

Que tres Magistrados del Constitucional presentasen su renuncia a sabiendas que no sería aceptada por el Presidente de la institución como forma de llamar la atención sobre la falta de acuerdos para su renovación es algo que no entraba en los planes de nadie, o tal vez sí.

Los miembros del Tribunal Constitucional como Magistrados toman decisiones que no a todos nos gustan, nos pueden llegar a incomodar, incluso podemos estar en contra, pero de ahí a hacer un escarnio mediático con sus resoluciones, que es lo que estamos haciendo dicho sea de paso y sin acritud, poner con ello en solfa una institución como el Constitucional no es algo que hable muy bien de nosotros.

Los catalanes con la sentencia sobre el Estatut ya les pusieron la cruz, el resto de españoles con el tema de Bildu les claveteamos las manos y los pies en ella sin importarnos las consecuencias que de ello se puedan derivar a corto o largo plazo.

Por encima de su cargo de Magistrados son personas que respiran, sienten y se equivocan como el resto de nosotros, que en la función de su cargo deben abstraerse de las críticas y presiones mediáticas pero desayunarse con afirmaciones como la de Alfonso Ussia sobre los posibles pensamiento de Irene Villa al acostarse, las cuales no pienso repetir, es algo que hace daño, mucho daño a las personas que se vieron en la responsabilidad de tomar la decisión de legalizar Bildu y de paso somete a una institución como el TC a una presión que no debería tener lugar.

Que Bildu sea un partido político legal es una decisión y una responsabilidad que el Tribunal Constitucional tomó en su momento y que como resolución debemos aceptar y respetar por encima de nuestros gustos e inquietudes, si nos vamos a cuestionar el sistema judicial deberíamos empezar por algunas sentencias de 1ª Instancia que son para enmarcar y no formamos tanto escándalo mediático. Que dicha formación política gestione desde el pasado sábado Ayuntamientos y Diputaciones lo han decidido las urnas y en democracia eso es intocable, o ahora va a ser que tampoco somos demócratas.

Pero por encima de toda esta amalgama de decisiones judiciales, de planteamientos personales, de cuestionamientos profesionales hay algo que parece se nos olvida; los problemas del TC no tiene su origen en la resolución de la legalidad de Bildu sino en la apatía entre el PP y el PSOE para resolver de una “puñetera” vez la renovación de sus miembros.

Entre el exacerbado inmovilismo de Rajoy y la aparente calma de Zapatero los cimientos del Tribunal Constitucional se tambalean como un flan ante la atónita expectación del personal y la crítica furibunda a sus miembros desde algunos medios de comunicación.

Galiana

Acerca de Galiana

Escritora, creativa
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