Sensaciones de Valle Ulla (@atelierdelavida): «Libertad sin victoria»

Para hoy os traigo un relato, espero que os guste.

Libertad sin victoria

Me llamo Diego y tengo veinticinco años. Tengo un hermano gemelo. Pertenezco a una familia acomodada de una saga de abogados.

En casa de mi padre siempre han vivido en la opulencia, gracias a que mis abuelos emigraron a Argentina cuando estalló la guerra civil  y continuaron con el negocio de la joyería. Hicieron fortuna y volvieron con dos hijos ya criados, mi padre Darío y mi tío Sebastián.

Mi padre se enamoró de la chica de servicio que entró a trabajar… la que hoy es mi madre. Vio en ella un montón de virtudes, humildad y educación.

Esperanza, mi madre, no dejó que nadie hiciese nuestra comida, le costó tener servicio. A ella, el mundo de las señoras del barrio Salamanca no le llenaba, y decidió ocupar sus días durante nuestra crianza en terminar los estudios.

A los dieciocho años, mi hermano se matricula en Derecho, honrando a mi padre y yo decido seguir el ejemplo de mi abuelo materno, José, de ser Policía Nacional. Mi padre, era permisivo y respetuoso, pero mi hermano se lo tomó a cachondeo. Simón, sí era el típico niño pijo de pies a cabeza, yo vestía más informal.

Me hago policía, pero me doy cuenta que no es tan bonita la profesión como yo creía… veo la falta de recursos y la desigualdad de la justicia entre las clases sociales. Decido matricularme en derecho a distancia a la vez que trabajaba, pero lo hice en secreto…

Conozco a una chica morenita y muy aplicada, que le costaba mucho entender derecho penal, cosa que yo por mi trabajo, entendía un poco mejor, y le presté mi ayuda. Mariola, había llegado a Madrid de un pueblo de Sevilla, vivía en casa de la señora Carmen, la sastra, a cambio de trabajar en el taller de confección.

Mariola aprobó el curso, y para agradecerme la ayuda, me invita a Almonte a vivir “el Rocío”. Al llegar, me sorprendí de la vida austera que había llevado, cuando su familia tenía buen estatus de vida.

Su padre, Rafael, le recibió con alegría ─Aquí viene nuestra mesías ─dijo al verla llegar.

Fueron quince días de fiesta, de buen comer, buen beber… Me di cuenta que mucha gente entraba y salía por la puerta de atrás del patio, y que Rafael bajaba mucho a la bodega, una cueva que pasaba desapercibida. Me fue fácil darme cuenta qué ocurría. Mariola me gustaba, pero todo aquello que aprendió conmigo lo estaba usando para beneficios sospechosos.

Hice un par de llamadas a mis compañeros y mi sorpresa fue ir a dar con la red más grande de droga con base en Sevilla. Ella sólo había interpretado el papel de una chica humilde, con un perfil bajo, para no llamar la atención… ella era la elegida para “partir el bacalao en Madrid”. Yo le seguí la corriente, a la vez que trazaba un plan con mis compañeros… había un operativo ya en su búsqueda.

Me vuelvo a Madrid, pero Mariola se queda en Sevilla, atrás quedaron las tardes de lluvia por la Gran Vía soñando un mundo diferente… me costaría olvidar el olor de su piel, sus ojos en la entrega del sabor de sus labios y el perfume que dejaba en mí.

Tiempo después desarticularon el clan de los “Cachorros” y cayeron todos, incluida Mariola. Pedí a mis compañeros que me dejaran verla. Cuando la miré, a pesar de ser un profesional, me emocioné. Veía a la chica inocente de la universidad. Entre lágrimas, me confesó que estaba obligada a obedecer a su padre, que de lo contrario una hermana suya de una relación anterior de su madre, corría peligro… mentía, la conocía de sobra ya. Todos fueron procesados y declarados culpables.

Terminé mis estudios de derecho, y pasé de servir y proteger a defender. Aprendí la lección: que por la caridad entra la peste.

Una vez leído dale a la ilustración y puedes escuchar mi voz

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Nos vemos mañana, por favor, no me faltes

@atelierdelavida

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About Galiana

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