«Oficio de tinieblas» por Pilar Rodríguez (@PilarR1977): «Inés» (II)

Vamos con la segunda parte de es te recien estrenado oficio de tinieblas.

PARTE 2

—¿Te he asustado, pequeño?

La mujer sentada al borde de la fuente se incorporó con señorío de reina. Vestía de negro, oculto su rostro por un velo negro, tan tupido que no permitía entrever sus facciones. A pesar del vestido sin adornos, la calidad de la tela era buena y el colgante en forma de medialuna con una cruz de rubíes en la parte ancha del astro, mostraban a las claras que no se trataba de dama sin posibles o posición. Se acercó a él, confiada, con paso elegante y felino; al tiempo un instinto visceral, primitivo, instó a Hernán a salir corriendo…y, sin embargo, el niño permaneció quieto con los ojos pardos muy abiertos.

—Dime, ¿te asusté? Me disculpo si así fue. Te aseguro que se halla lejos de mi intención turbarte.

—Si, señora, me asustó.

—De nuevo, te ruego perdones pues mi proceder — respondió —. Y, a pesar del susto, ¿no huyes de mí? —continuó, incapaz su voz de ocultar un leve matiz de diversión.

—No, señora, eso es de mala educación. Y soy hijo de un capitán y de una noble señora que llevaba sangre de los reyes de Francia.

—La sangre siempre es sangre, da igual reyes o plebeyos —susurró ella, casi para sí—. ¿Es esta tu casa? —. Comentó alzando el rostro velado.

—Si, señora—. Tomó aire el niño— ¿Es usted un ánima?

La dama se agachó frente a Hernán, tan cerca que el pequeño podía oler el perfume a claveles frescos que la envolvía.

—Mira mis ropajes, Hernán: están manchados de barro. Valiente ánima que es incapaz de mantener sus atavíos en condiciones, ¿no crees?

El temor infantil se disipó. Él sonrió, sintiéndose menos crío al haber comprendido la broma de la mujer. La visitante señaló con la cabeza en dirección a la casa, tal vez escuchando.

—Alguien llora en esas estancias.

—Mi madre ha muerto —explicó el niño. Por primera vez, se sintió capaz de hacerlo sin sentir el calor de las lágrimas en sus ojos—. Y mi hermanito con ella. Mi padre acaba de llegar de la guerra.

—Lo siento mucho, —en su voz, dolor y sinceridad—, un niño no debería crecer sin madre.

—La muerte es parte de la vida, señora.

—Sabias y ciertas palabras, pero extrañas en alguien tan joven —. La mano que acarició la mejilla de Hernán estaba fría incluso a pesar de la piel del guante—. No deberías saber de pérdida y muerte a tu edad, sólo de vida y esperanza. No deberías aceptarlo sin rebelarte: deberías llorar a tu madre, temer a la oscuridad y a los monstruos que se ocultan en ella.

—Mi padre dice que los monstruos son cosas de viejas, cuentos para asustar a los críos chicos.

—Tu padre tiene razón. Muchas veces no son sino cuentos de viejas. —La dama calló por un instante—. Pero otras veces existen. Y pueden ser temibles.

—¿Cree usted en monstruos, señora? —preguntó el niño, extrañado y sorprendido por la revelación de aquella mujer.

—Creo y procuro alejarme de ellos. Creo y rezo para que su paso provoque el menor daño posible. Creo e intento no ser como ellos —musitó la mujer, retirándose el velo, revelando un rostro pálido y terso, revelando unos ojos de inmensas pupilas negras y brillante y antinatural iris rojo sangre, una mirada hambrienta e intensa.

La caricia del último rayo de sol sobre el tejado atrajo la atención del niño. Por primera vez en su vida, Hernán sintió aquella sensación que no le abandonaría ya jamás: la conciencia perfecta del fin del día, el comienzo del reinado de la noche. Cada fibra de su ser se estremeció. El mundo cobró nitidez y forma perfectos. Boquiabierto, volvió su mirada a la fuente, único sonido que rompía la quietud del ya sombrío patio. Ella, la señora de los dedos fríos y delicados, la dama de los ojos bermejos tenía que saber qué acababa de ocurrirle.

Sólo halló un patio vacío y la voz de Águeda desde la puerta conminándole a entrar.

Ahora dale a la ilustración para escuchar el podcast, recuerda que no son iguales, incluyo alguna variación.

🎧🎙👇

La próxima semana un nuevo episodio sobre Inés.

@PilarR1977

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About Galiana

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