
Este mes te voy a proponer un juego: El relato, “El viaje” está dividido en dos partes; se publicará este martes y el siguiente; luego cogeré vacaciones hasta el 14 de enero.
¿El juego en qué consiste? ¿Nunca has deseado cambiar el final de un relato? Te voy a ser sincera, yo, alguna que otra vez y por infinidad de razones: un héroe que muere y matarías al autor por hacerlo, un happy end que consideras injusto, un…
Durante las semanas que voy a estar de vacaciones me puedes hacer llegar un final alternativo, tu final, al correo galianaescritora@gmail.com o a mi Telegram @GalianaRgm y, por supuesto, a cualquiera de mis redes sociales @GalianaRgm (X, Facebook e Intagram).
El viaje I
—Veamos si me queda claro. —Le espetó el inspector Ojeda —Esto es lo que usted declaró ayer cuando sobre las 22:30 denunció la desaparición de su mujer.
Manifestó que salieron de su domicilio a las 15:15 con prisa, porque usted estaba convencido que su tren con destino a Ciudad Real lo hacía una hora después.
Que fue su esposa, a las 14:55, quien le dijo que se fuera preparando, ya que el AVE salía a las 15:50.
Usted, al ver la hora, se levantó de la mesa del comedor donde estaba sentado contestando unos correos electrónicos; fue al aseo a acicalarse con rapidez. A continuación al dormitorio para vestirse. Tenía el convencimiento que no llegarían a tiempo a Atocha.
También expuso que habían comido temprano, como suelen hacer. Ella estaba desde el café vestida y preparada, esperando sentada en el sofá del salón viendo el televisor.
Que mientras usted se atildaba para el viaje ella no se movió de allí, ya que aún no estaba repuesta de la fractura de tibia y peroné que había sufrido a comienzos del verano por un accidente en la bañera, lo cual la obligaba a necesitar su ayuda para levantarse del sofá.
Ella le pidió llevar en su mochila sus documentos identificativos, su teléfono; el tener las muletas le imposibilitaba llevar un bolso.
—Todo eso es correcto —le cortó él impaciente.
—Le rogaría no me interrumpiera y así podemos hacer esto más fácil —abortó con sequedad el inspector. —Prosigo con su declaración; verá cómo al final de la tarde está todo solucionado e incluso me atrevería a decir que hasta habremos dado con el paradero de su esposa. Sea paciente, sólo le pido eso.
Manuel Sanchís se le quedó mirando con cara de pocos amigos; pensó que el Inspector Ojeda se estaba riendo de él; aún así le dejó hacer, ya; ya tendría tiempo cuando acabara de decirle cuatro cositas.
El inspector Ojeda prosiguió:
—…Que abandonaron el domicilio con el tiempo muy justo para llegar a tiempo a la estación de tren.
Ella no quiso ir en taxi. Prefirió el metro. Asegura que le pareció normal. Nunca le han gustado los taxistas.
Al llegar a la esquina de la calle, ella se percató de haber olvidado su abono transporte sobre la mesa del comedor. Le sugirió que fuera a buscarlo y mientras, dado que caminaba con más dificultad debido a las muletas, iría hasta la boca del metro por el trayecto que siempre hacen.
Que regresó a su domicilio a toda velocidad, encontrándose con el vecino de enfrente de su puerta; se saludaron mientras entraba en su casa y se disculpó por no prestarle más atención para no perder el tren; incluso dejó la puerta de su casa abierta puesto que tardó menos de un minuto en salir.
Abandonó el edificio sin cruzarse con nadie más, ni siquiera el conserje de la finca, ya que todavía no era el comienzo de su turno.
Hay dos calles para ir hasta la boca de metro más cercana. Habían acordado utilizar la de costumbre y eso fue lo que usted hizo.
Al llegar a la entrada del suburbano no se habían encontrado. Bajó la escalera de acceso pensando que quizá ella había hecho lo propio, ya que iban con el tiempo muy justo para llegar a Atocha. Al no verla en los tornos, se dio cuenta de que no podía haber pasado; no tenía el abono, ni dinero para sacar un billete. No podía contactar con ella. Usted tenía en su poder su teléfono.
Le preguntó al taquillero y al vigilante de seguridad si habían visto una mujer rubia, delgada, vestida de rojo con dos muletas. Ninguno le dio razón; les enseñó una fotografía; ambos insistieron en su negativa.
Salió del metro; regresó a su domicilio por el otro camino, por si acaso ella hubiera variado su ruta. No la encontró. Recorrió dos veces más ambos trayectos y volvió a su casa por si ella hubiera hecho lo propio.
Le preguntó al conserje de la finca, ya incorporado a su puesto, si la había visto entrar; éste hacía quince minutos había comenzado su turno. El empleado aseguró no haberla visto desde su llegada.
Usted subió a la casa. Allí no estaba.
Manifiesta que el viaje a Ciudad Real era por motivo familiar. Usted tenía y todavía tiene los billetes. Asegura que ella nunca subió a ese tren ni con esos ni con otros billetes.
Habló con su cuñada desde su domicilio, para indicarle que su esposa se había sentido indispuesta a última hora y habían cancelado el viaje.Añadió que se había tomado una medicación para los dolores de la pierna, se había acostado y que la llamaría mañana.
Su cuñada se disgustó; la reunión era para solucionar unos problemas con la herencia familiar y la ausencia de su mujer suponía cancelar la cita en la notaría. Usted zanjó la cuestión con un…:
—»Mañana te llama y lo solucionáis entre vosotras«.
No ha vuelto a hablar con ella.
Asegura en su declaración que esperó toda la tarde en casa sin noticias de su mujer. Mientras, llamó a sus amistades por si pudieran informar al respecto.
Al caer la noche y viendo que ella no se ponía en contacto con usted, decidió venir e interponer una denuncia por desaparición.
¿Es correcto cuanto le acabo de relatar?
—Correcto.
—Ayer se lo pregunté y hoy vuelvo a hacerlo. ¿Su mujer tenía intención de abandonarle? Perdone si le molesta, no está en mi ánimo tal cosa. —La forma en la que el inspector había hecho la pregunta sonaba a todo lo contrario y la aclaración ahondaba en la intencionalidad.
—Esa es una pregunta absurda. —Contestó Manuel desairado.
—No lo crea, es más normal de lo que creen muchos maridos. —Ojeda supo que debía rebajar la tensión.
…
La próxima semana continúa el relato, y a partir de ahí tienes hasta el 7 de enero para hacerme llegar tu final alternativo. El mío lo conoces en 7 días.
Galiana












