Los mantras que nos lanzan desde los micrófonos no siempre son los más idóneos.

Desmontando mentiras

No todos valemos para todo; eso es una realidad palmaria. La persona que no lo tenga asumido va mal por la sencilla razón que nadie es perfecto.

Me viene esta idea a la mente quizá por indignación, frustración o qué sé yo. Tal vez estoy leyendo últimamente demasiadas gilipolleces de esas a las que no debería prestarle atención y lo hago.

En esta ocasión se trataba de una entrevista a una colega escritora. De entrada, las preguntas que le hacía el periodista eran de lo más normal y corriente. Lo primero que pensé es que podía haberse esmerado un poquito más haciendo su trabajo. Con franqueza, estoy cansada de leer las preguntas tópicas y típicas a escritoras; te cambian el orden, pero todas son iguales.

La entrevistada iba de sobradilla desde la primera contestación. Supuse que quizá por su juventud pretendía llamar la atención, tal vez dar un titular de alguna manera; tampoco puedo afirmarlo, no tengo el gusto de conocer a la susodicha.

Sus primeras respuestas iban encaminadas a demostrarnos que conocía de sobra la literatura por ser una gran lectora, pero solo de novelas. Ya por esa respuesta se me atragantó. Los pelos de punta se me pusieron cuando aseguró que los escritores masculinos no podían crear personajes femeninos, ya que estaban incapacitados para ello por el mero hecho de ser hombres.

En ese momento a mi mente vinieron personajes como Emma Bovary, Fortunata, Jacinta, Ana Ozores, Anna Karenina… Todas ellas creadas por plumas empuñadas por varones.

La escritora para apuntillar su teoría explicaba que había un autor que le merecía la pena como creador de un personaje femenino, si bien puntualizaba que la susodicha protagonista era lesbiana y eso le restaba valor.

En ese momento dudé de seguir con la entrevista; el periodista no tenía la culpa de aquella sarta de idioteces que ella estaba vomitando. Seguí leyendo. Ya sé, soy masoquista.

La escritora, a continuación, puso en valor a varios autores, excelentes todos ellos, por desgracia ella solo valoraba su capacidad de crear personajes masculinos y no dedicar ni un solo segundo a inventar uno femenino.

En este punto pensé: ¿Está mujer está loca? ¿Tal vez la orate soy yo por leer estos panfletos?

Fue ahí cuando recordé lo que dice cierto amigo mío sobre cómo muchas de nosotras estamos perdiendo el tiempo con esta clase de basura, mierda que le están metiendo a las más jóvenes en la cabeza que terminan por creérselo cuando quien se lo cuenta está faltando a la verdad y lo sabe.

Por cierto, como decía Don Quijote, el nombre de la escritora es como aquel lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme.

Galiana