Tercer jueves y aquí estoy con una nueva obra con su correspondiente ilustración.
Makoto (Sinceridad)
Sintonizando con la existencia de mí ser desde otra perspectiva, me encontré a mi gran dragón rojo del vientre, tan silencioso que no me percaté de su presencia hasta que rugiendo furioso comenzó a escupir fuego amarillo y rojo de su boca.
Empuñando el amor y la sinceridad en la palabra y en la acción como únicas fuerzas, me agaché tanto para lograr apaciguarle como para liberarle de los grilletes que yo ignoraba que lo mantenían encadenado.
Tras hacerlo me puse en pie y retrocedí mientras él, libre ya de ataduras, se acercaba a mí lentamente.
Se le iban aclarando los ojos mientras observaba mi mirada, latir y respirar, lejos de todo, en lugares, tiempos y espacios aún sin explorar.
Sentí como una sonrisa traviesa, medio enigmática, como si quisiera decir sí con la cabeza, se esbozaba en su rostro y asomaba de sus labios de una manera tranquila y firme.
Yo me arrodillé e incliné mi corazón en una leve reverencia ante mi viejo amigo el dragón, como gesto de respeto y de humilde aceptación de que soy lo que soy en mi totalidad sin excepciones.
Fue justo entonces cuando su voz cavernosa, llena de prodigios e infinitas posibilidades, me dijo:
—Ahora que todo fluye y converge en tu ser como un río y que ya no luchas contigo misma, cada vez que tu luz y tu sombra nacen y mueren en ti por metáfora, yo te instruiré en la actitud del Ichi-go ichi-e, enseñándote a cabalgar sobre mi espalda, para que transites libre la senda del impecable samurái con los pies bien anclados en la tierra y la vista siempre puesta en las estrellas—.
Sol García
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