Una cita con @GalianaRgm: «Virginidad intacta»

Tiempos, pensamientos y deseos dobre virginidades y matrimonios

Virginidad intacta

En el verano del 65 yo tenía 17 años y me enamoré por vez primera. El afortunado fue un chico que vivía a 400 km de casa, lo típico de chica conoce chico que vive en el lugar de las vacaciones de verano.

Por aquel entonces la manera de comunicarse era a través del teléfono fijo. Mal asunto, las comunicaciones no eran ni por asomo como las de hoy. Había que pedir una conferencia a la telefonista de turno, ésta tardaba en devolvértela minutos y toda la familia se enteraba que tenías novio. Lo peor, no se podía abusar de ello, costaba un pastón y tu padre no daba el permiso para ello, alegando que los chicos debían correr con esos pagos.

Visto que el teléfono no se podía utilizar quedaban las cartas, eso que hoy ya no se utiliza más que para recibir la correspondencia del banco o las notificaciones de alguna Administración Pública.

Las misivas parecían testamentos. En ellas daba rienda suelta a aquellos sentimientos de adolescente. No te vayas a pensar que eran todo meloseo romántico, había párrafos bastantes subidos de tono, las hormonas al poder.

Mi familia acudía de vacaciones al mismo lugar desde antes que yo naciera, con lo cual mi novio y yo sabíamos que para apagar la fogosidad solo tendríamos que esperar hasta Semana Santa.

Mira, sí, como dos presos en una cárcel tachábamos los días en el calendario.

Aquel viaje fue de los peores que hice, se me hizo una eternidad.

Al entrar en el pueblo me llamó la atención que estaban construyendo un puerto. Le pregunté a mi padre. Me contó que llevaba en construcción todo el invierno. Era la obra en la que mi novio estaba trabajando. Él me hablaba en las cartas de que había mucho trabajo que traería prosperidad para la zona. Yo no preguntaba, con 17 años mis planes de futuro eran terminar el PREU e ir a la universidad porque, sí, mis padres querían que cursara Historia para dar clases hasta que me casase.

Una vez llegamos a nuestra casa y nos acomodamos le pedí permiso a mi madre para salir. Me lo dio, sólo que le dije una pequeña mentirijilla, no iba a quedar con mis amigas de siempre, ni siquiera sabía si habían llegado, había quedado con mi novio en la construcción del nuevo puerto.

Al llegar me abrió la puerta de la valla de las instalaciones en plan soy el amo, sólo era un capataz. Nos besamos y no en plan casto, la lengua llegó hasta la campanilla y sus manos por encima de mi blusa me estrujaron las tetas y me apretó el culo con ansia.

Caminamos con cuidado por todo aquello. Estaba lleno de escombros, herramientas y de yo que sé. Él alumbraba con una linterna para que no tropezáramos.

Llegamos hasta una especie de algo que hoy en día podría ser un contenedor metálico de obras, entonces era más como una tienda de campaña, ni siquiera eso… una cutrez. Me explicó que eran los vestuarios de los operarios. A mí todo aquello me daba un poco igual, como todo lo que salía por su boca sobre el puerto, cuál era su función allí, lo respetado que era por sus jefes, que si le iban a ascender y ganaría más…

Estaba anocheciendo. Yo no podría ir muy tarde a casa y él seguía hablando y hablando. No me había hecho 400 km para que me explicase una obra de un puerto, ni para escuchar lo importante que era su trabajo allí. Yo tenía 17 para 18, el 26 para 27, ¡eran otros tiempos!

Deseaba comerme su boca y alguna otra cosa más y él parecía un diseñador de vidas, de las nuestras, sí, pero se estaba dejando lo más importante.

Decidí atacar. Sin pensármelo dos veces le bajé la cremallera de los pantalones y le metí la mano en la bragueta. Se quedó un poco sorprendido, tanto que dio un paso hacia atrás.

Con aquello no contaba.

Sin acercarse me soltó con cara de circunstancias que mi padre había ido a verle al trabajo, que sabía de nuestro noviazgo, que le suponía un hombre cabal, responsable y respetuoso para conmigo, le había hecho prometerle que yo llegaría virgen al matrimonio.

En ese momento recordé lo que siempre decía mi abuela, sobre que no hay virginidad más sobada que la una mujer que luce flores de azahar en la cintura el día de su boda y así se lo hice saber.

—¿Estás segura?

Mi respuesta fue afirmativa.

Después de responderle así tiró de mí. Me besó en plan te vas a enterar. Le bajé los pantalones e introduje su miembro erecto en mi boca.

Después, ya de pie, me apoyó contra aquella especie de caseta, me bajó las bragas, me metió sus dedos hasta que me corrí. Yo quería más, el aperitivo había estado muy bien. Agarró mi mano y me arrastró unos metros hasta un montón de maderas. Me giró contra las mismas, me abrió las piernas y me la introdujo en esa parte que mi padre no había pedido que llegase virgen al matrimonio hasta que se corrió de nuevo mientras me apretaba los pezones.

Aquella Semana Santa y los veranos que quedaron hasta que lucí en la cintura mi ramo de flores de azahar fueron de lo más interesantes. Las bocas existen para succionar clítoris, miembros erectos que pueden ser metidos en otras cavidades que no necesariamente tienen que romper hímenes.

Siempre le agradecí a mi padre que le hubiese arrancado aquella promesa sobre mi virginidad, nos obligó a usar la imaginación para darle la razón a mi abuela.

Galiana

Avatar de Desconocido

About Galiana

Escritora, bloguera, podcaster, enamorada de todo lo que huele y sabe a Cultura
Esta entrada fue publicada en Galiana, Relatos algo subidos de tono, Una cita con Galiana y etiquetada , , . Guarda el enlace permanente.

1 Response to Una cita con @GalianaRgm: «Virginidad intacta»

  1. Avatar de Jose Ignacio Jose Ignacio dice:

    Está bien esto de encontrar soluciones alternativas, si ella tenia que permanecer virgen, desde luego hicieron bien en explorar a fondo los otros agujeros. Es lo suyo, tanto cuando hay virginidad de por medio como cuando no la hay.. Lo absurdo sería no hacer nada.

    Me gusta

Deja un comentario