Una cita con @GalianaRgm: «Caín»

Caín fue uno de los hijos de Adán y Eva, casi todos conocemos su historia. Tal vez el nombre ya de por sí da personalidad a la persona que lo porta, sólo tal vez.

Caín

Sus padres decidieron ponerle Caín por aquello de ir a la moda en cuanto a la originalidad del nombre, lo hicieron sin medir las consecuencias que aquella elección podía tener en la personalidad de su hijo.

Desde muy niño hizo honor al nombre. En el colegio se pasaba más tiempo en el despacho del director que en el aula, con lo que a nadie le extrañó que abandonara los estudios antes de terminar el bachillerato. Fue salir de la opresión de los profesores y comenzar a llenar su cuerpo de tatuajes y lucirlos sin pudor alguno.

Nadie sabe muy bien a qué se ha estado dedicando durante los últimos tres años, desde el pasado año vive en un almacén al final de la calle 46 y paga su alquiler correspondiente al dueño del bar colindante al mismo. No se le conoce un oficio fijo, hay quien dice que se mantiene gracias a participar en carreras nocturnas de coches, por supuesto ilegales. Tampoco es seguro que se mueva en asuntos de traficar con drogas, si necesitas “mercancía” le preguntas y te dará el nombre de quien lleva el asunto siempre que no seas de la “pasma” ya que jamás traicionaría a los suyos. Los suyos son todos aquellos que pululan por el barrio, nada ni nadie se menea en el territorio que él no conozca, no es el líder de ninguna banda aunque éstos le respeten como si estuviera por encima.

Hace tiempo se rumoreó que andaba viendo a una niña pija de un barrio bien de la ciudad. Lo cierto es que ni se conocían. Ella aseguró que él la había secuestrado y violado. El asunto terminó desenmascarando la patraña de la pobre infeliz y lo único que ésta consiguió fue arrastrar el buen nombre de su familia por el fango. Cuentan que el padre viendo que todo era un invento de su hija y ante la posibilidad que Caín les demandara le pagó una más que considerable cantidad que el joven invirtió en comprarse un coche de lujo y algún que otro capricho más.

También se le acusa de dirigir con una banda organizada los robos que se hacen en las viviendas de determinado barrio elegante de la ciudad. Acusación formal jamás ha habido, es más la policía ni le ha visitado para preguntarle por la cuestión.

Puedes preguntar por Caín a cualquiera de la zona que te dará razón de él y en los ojos de quien conteste hallarás ese temor a hablar sobre alguien que te da miedo sin que sepas muy bien la razón.

Es fácil verle conducir por las calles del barrio a una velocidad excesiva. Alguna que otra multa tiene por ello, la cual paga religiosamente sin mayor problema.

No se le conoce una novia formal. Las chicas suspiran por tenerle como novio. Se impresionan con su mirada de un insoportable azul intenso. Se sienten atrapadas por su rudeza, su falta de modales sociales, su descortesía estudiada, su arrogancia y su altanería. Ninguna de las madres de la zona le desea como yerno, aunque presumen si el nombre de su hija corre de boca en boca como su presunta novia.

Blanca heredó el nombre de su madre al nacer. Tiene un par de años menos que Caín. Muchacha sencilla, más simpática que atractiva, ingeniosa, inteligente, sabe muy bien lo que quiere, cómo y cuando lo quiere. No esconde sus defectos, es más, si puede los trasmuta en virtudes para sacarles algún partido.

Cursa el último año de instituto y sueña con ir a la universidad gracias a una beca por estudios que le han concedido. Los fines de semana cuida de dos “diablillos pequeños” en el 11 de la calle 46.

Tiene un hermano gemelo, Ángel, que poco honor hace al nombre recibido.

Caín no entra en sus planes, es más, le detesta. Piensa que antes o después será carne de presidio, que no pasará nunca de ser un petimetre arrogante con ínfulas de matón de barrio.

Ángel es el típico tocapelotas que todo lo quiere y que nunca lo consigue. Perdedor desde que puede recordar a base de empeñarse en ser lo que nunca será. Su afición preferida es rivalizar con Caín, lo cual le lleva a cometer estupideces constantes.

Blanca sobre la actitud de su hermano opina que acabará de forma trágica. Define a su gemelo como un tipo ridículo, inmaduro y falto de sesera. Intenta hacerle entrar en razón, es consciente de que mejor debería poner sus esfuerzos en darles margaritas a los cerdos ya que los animales al menos sabrían darles utilidad.

Como cada viernes Blanca ha ido al 11 de la calle 46. Los padres se han retrasado en la llegada, le ofrecen quedarse a dormir, pagarle un taxi hasta casa o llevarla ellos mismos, ella ha preferido ir caminando. No le da miedo la noche, ni el barrio, tampoco que las farolas estén apagadas porque la mayoría no tiene bombillas gracias al vandalismo de la zona.

En el trayecto a casa ve de lejos a Caín.

De un tiempo a esta parte, vaya donde vaya, él siempre está. A la salida del instituto está apoyado en el lateral de su coche observándola, lo mismo si va al centro comercial de compras con sus amigas, o a la hamburguesería los sábados. Está harta de esta situación, va siendo hora de ponerle fin. Gira sobre sí misma y regresa hacia donde está el joven. Se detiene al llegar frente a él. Caín mide casi dos metros, ella apenas llega al metro setenta, aún así no se siente pequeña ni incómoda, todo lo contrario, está crecida y con el deseo de dejar las cosas claras.

Le grita que nunca le ha pedido que sea su guardaespaldas por lo que tanto seguimiento raya el acoso y que si sigue así tendrá una denuncia por ello.

Él la mira. Solo acierta a decirle que siente mucho que ella se sienta acosada pero que solo está esperando la ocasión para decirle que hace tiempo está enamorado de ella.

Blanca se queda sin habla. Siente el deseo de abofetearle. Una falsa indignación le corroe por dentro a la par que una extraña sensación que no había sentido por nadie hasta ese momento.

Los jóvenes se miran en silencio. Tras la confesión de Caín algo ha cambiado entre ellos. Él la besa. Ella le corresponde. Algo sucede que rompe la magia del momento.

Ángel, enviado por su madre, ha ido a recoger a su hermana al 11 de la 46. No puede soportar la idea de ver a Blanca y Caín juntos.

Ninguno de los dos enamorados se da cuenta que el gemelo se acerca. Caín siente la navaja entrando y saliendo de su cuerpo varias veces hasta caer desplomado al suelo delante de Blanca. Ésta al ver a su hermano con un arma ensangrentada en las manos grita. Ángel se aleja de ellos corriendo.

La gente se asoma a las ventanas. Alguien llama a la policía, a una ambulancia. Mientras llegan la vida de Caín se apaga sobre un charco de sangre tendido sobre la acera al lado de Blanca.

Galiana

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