Este es el tercer poema
Serenata perpetua
Las hojas caen del cielo
como sinfonía inaprensible
sobre lienzo encriptado.
El perfume de antaño
impregna tu pelo
en un dulce vals
sobre tierra virgen.
Llegas
con tu latido atávico,
navegando por mi mente
como constelación ingrávida,
susurrando entre las sombras.
Tu voz
posee la ternura´
de una serenata perpetua.
No quisiste la gloria,
ni las alabanzas,
que no son
sino simples cadenas,
de los mundos infames.
El rio que nos invade
contiene tu libertad y tu nostalgia
en un baile de nenúfares.
Me abrazas
me abrazas con tu silueta cautiva
y tus palabras gentiles,
en una voraz
y sublime entrega.













