La vida de los actores nos parece apasionante. ¿Les conocemos de verdad?
El hombre perfecto
No sé por qué quieres que te hable sobre él cuando sabes que nunca fue santo de mi devoción. Buscas mi opinión a sabiendas que no seré objetivo. Lo haces porque alguien te habrá dicho que hace años fuimos amantes, y que su mujer era ajena a aquella historia.
Para empezar te diré que es cierto que fuimos amantes. Aquello pasó en una época en la que ser homosexual se ocultaba con matrimonios arreglados por las familias. Se hacía para acallar los rumores sociales. En este caso ambos dos tenían que esconder la misma cuestión. Así que la viuda no se va escandalizar por lo que les cuentes a tus lectores. Sólo vas a sacar a la luz una vieja historia que afectará a personas que tienen cierta edad, nada más. Hoy en día a nadie le importa que se sepa la verdad sobre la homosexualidad de un mito recientemente fallecido, la sociedad ya no condena ese tipo de cuestiones. Su gabinete de prensa lo esconderá tan rápido como pueda y, probablemente, tú tendrás cinco minutos de fama.
¿Quieras carnaza para tus lectores? Yo puedo dártela sin ese tipo de bajezas. No lo haré por dinero ni por venganza. Sólo seguiré contándote si estás interesada en descubrir quién se escondía detrás de un hombre tan perfecto.
Veo que no te has levantado, así que dudas que fuera como aparentaba ser. Vamos con ello.
Para todos él era un mito, un dios de la interpretación, un genio inigualable sobre el escenario. Estoy de acuerdo con todo eso.
Yo le conocí de cerca. Sin restar un ápice en los elogios hacia su carrera como actor, como ser humano el calificativo que emplearía sería despreciable.
Está mal hablar así de un muerto sencillamente porque en este país tenemos la costumbre de enterrar muy bien, pero los que realmente le conocimos en la distancia corta al emplear la palabra detestable, abominable, ruin, mezquino o calificativos parecidos no faltaríamos a la verdad.
Como ejemplo te diré que su rostro durante años apareció en campañas de distintas organizaciones humanitarias, aquellas que van de salvar niños que pasan hambre en el continente africano, o causas similares. Su representante le pedía que lo hiciera, a él le repugnaba. Era un elitista y le importaban una mierda esos niños; como el visitar a los enfermos de cáncer por Navidad, temía que le pudieran contagiar como si este tipo de enfermedades se contrajeran de este modo. Eso sí, como el gran actor que era interpretaba cualquier papel a las mil maravillas, incluido el de visitador de enfermos.
Como persona era un tipo inteligente. Esa cualidad la cultivaba y desarrollaba. Lo cual hubiera estado muy bien si no fuera porque lo hacía para humillar al que estuviera a su lado. Era un juego que le divertía.
Es público que sacrificó muchísimas cosas por su profesión, lo cual le honraba dentro de su mundo. La otra cara de la moneda era que pretendía que los demás compañeros hicieran lo mismo. Si él consideraba que alguien no sacrificaba lo suficiente se las ingeniaba para hacerle subir a lo más alto, y una vez allí le dejaba caer ante la multitud de la forma más vergonzosa posible. Hundió la carrera de muchísimos compañeros, pero nadie jamás pudo acusarle de nada, siempre el responsable era el caído por ser un egoísta ambicioso y no haber sabido medir el éxito obtenido.
También traicionaba a sus compañeros a la hora de hacerse con un papel. Por supuesto no tenía fama de ello, al contrario, todo era bondad, amabilidad y parecía que había intentado echar una mano cuando lo que había hecho era poner los peldaños para empujar el desdichado a tomar alguna decisión tragica.
Se llevaba bien con todos los que integran la profesión, magníficamente bien, controlaba a la perfección las relaciones sociales. No escucharás de nadie que pertenezca al gremio del cine o el teatro ni una sola palabra que no sea de generosidad hacia él, ya te dicho que era un magnífico actor. Lo que mucha gente no sabe es que vetaba a determinados compañeros a la hora de trabajar, por cuestiones de raza, de sexo, de creencias religiosas, ideología política y demás. Nunca nadie lo supo, se cuidaba muy mucho de que esto trascendiera.
Siempre fue un hombre vengativo. Pero de los que traman estas cuestiones de una forma tan sumamente sibilina que salvo que fueras objeto de la misma y a la vez inteligente no te das ni cuenta. A él le bastaba con haberla maquinado y puesto en marcha, no le importaba que tú ni siquiera supieras qué había pasado.
Siempre fue un ser repugnante y sublime a la vez. Capaz de lo mejor y lo peor como ser humano, porque también tenía su lado bueno cuando eras fiel adicto a su religión, como todos los vanidosos ególatras.
Un hombre lleno de toxicidad. Capaz de envenenarte con sólo un gesto, de esos tan teatrales que hacía sobre un escenario.
Preocupado de sí mismo como buen narcisista, cualidad que jamás mostraba en público, la reservaba para la intimidad y ahí le daba rienda suelta.
Recibió innumerables premios, eso ya lo sabes. Aunque nunca fue premiado por la interpretación de hacer de su alter ego, ese ser humano tan maravilloso, tan divino, tan extraordinario, tan perfecto. Ese por el que te has quedado, ese del que me has escuchado hablar, El que tú has venido a conocer, el verdadero, ese que muy pocas personas conocían, ese cuyo mito acabo de destrozar para tus lectores.
Galiana