¿Eres curioso? Con este relato tienes la opción de abrir la caja de Pandora y ver lo que hay dentro o, por el contrario, dejarla cerrada.
¿Preparado?
La caja de Pandora
¡Tú te lo pierdes!
Es el mantra que me llevo repitiendo desde hace mucho tiempo. El que me recomendó la psicóloga que me dijera cada mañana frente al espejo para demostrarme a mí misma que valgo mucho. Que soy una mujer con la que merece estar y que tú solo fuiste alguien que no supiste valorar todas mis virtudes y sobre todo mis defectos.
Creo que después de tanto tiempo es la primera vez que me lo digo de verdad, que ya estoy lista. Hoy ha sonado a algo muy lejano, innecesario. Supongo que la terapia por fin está haciendo efecto.
Ahora que lo pienso, esa frase tiene la mayor razón del mundo. ¡Tú te lo pierdes! Tan solo cuatro palabras que lo definen todo. Lo dejamos, de “mutuo” acuerdo, y con ello se rompió pasado, presente y futuro. Un pasado que nunca valdría para nada, un presente absurdo, ahora me doy cuenta de que jamás me mereciste, y un futuro que de ningún modo llegamos a tener juntos. ¡Mucho mejor!
Me pongo los zapatos y hecho un último vistazo a mi imagen en el espejo que hay colocado en la entrada, mientras me despido a mí misma con un beso. En todo este tiempo y con ayuda, no me avergüenzo de confesarlo, he aprendido muchas cosas sobre mí, pero la más importante es a quererme, a despreciar todo aquello que me menosprecia, a cuidarme, a no dejar que nada ni nadie me pisotee.
Está claro, hoy me merezco un buen desayuno. Uno de esos que ponen en el café de la esquina, un cappuccino con bien de espumita, y su canela por encima, y qué más… sí, perfecto, unas tostadas con aguacate y tomate.
Como no, la cafetería está llena, por algo es una de las mejores de la ciudad. Hoy no me importa, la sonrisa que ilumina mi alma hace que esos pequeños detalles no tengan transcendencia. Algo más aprendido en todo este tiempo, la paciencia.
Me preparan el desayuno, cojo mi bandeja para sentarme en el rinconcito por el que se puede ver toda la calle. Me encanta hacerlo, mejor que mirar el móvil, prefiero la ciudad, la vida.
Entonces me doy la vuelta y justo en la fila estás tú, examinándome de arriba hacia abajo. Saludando como un perfecto caballero. Con cortesía te lo devuelvo y me dirijo a la mesa.
Ya en mi sitio respiro profundo. “¡Tú te lo pierdes!”, me repito de manera mental. Es curioso, casi no te había reconocido. No eres el mismo o mejor dicho, no para mí.
– Pareces distinta – Tus palabras me sacan de mí “trance”, – ¿Puedo sentarme y charlarmos como dos viejos amigos? – preguntas mientras esperas con tu simple café en la mano.
– Por supuesto– te contesto con una sonrisa sincera, entretanto pienso: “Hoy sí, hoy puedes hacerlo, estoy preparada. Ya me he perdonado. Estate tranquilo, nunca más abriré nuestra caja de Pandora”.
La solución al juego la tienes clicando en la imagen
👇👇👇















