Sin darnos cuenta nuestra vida está llena de “leyes” que hemos implantado nosotros mismos para hacerla más fácil. O al menos eso es lo que creemos.
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Las leyes de mi vida
Soy de ese tipo de personas que no saben esperar, que si quieren algo de la vida lo toman o lo dejan, no abandono nada al azar. El sino es algo aleatorio y prefiero la ley de la acción-reacción, la causalidad, por eso soy científica.
Las leyes de la lógica son muy poderosas en cualquier aspecto de la vida, solo te muestran la pura realidad, lo que son o no son las cosas, y lo que jamás podrán ser. Al contrario que los sentimientos, ya que pueden hacerte dudar hasta de ti mismo. Es inequívoco, no son para mí.
Sin embargo, en mi mundo también existe la ley del caos y esa eres tú.
Cuando nos conocimos cometí el primer error físico de mi vida, y fue enamorarme. En aquel momento empecé a dejarlo todo a la casualidad y, sí, he de confesar que en los aspectos más emocionales y sentimentales de mí vida las cosas funcionaban a las mil maravillas, pero eso era lo único. Nada estaba ya claro para mí. No sabía la respuesta a cada pregunta. La lógica y el razonamiento que eran los pilares de mi vida fueron arrollados por lo irracional y el desatino. Todo era confusión
La pequeña mariposa que aleteaba en mi corazón estaba produciendo un huracán en mi vida, y eso no podía ocurrir, tenía que terminar.
Me marché, sin avisar, sin decirte nada. Te bloqueé en el teléfono, te borré de mi vida. Pensando que una vez que desapareciera el estímulo, no existiría ningún tipo de reacción.
Fue un error, el sentimiento seguía allí, intacto, solo hacía falta un lugar, un olor, una melodía y tu recuerdo volvía a mí con más fuerza que nunca, arroyándome y envolviéndome como una gran ola de la que no se puede salir ni para respirar.
Mi curiosidad científica me hizo estar al tanto, saber de ti, y por supuesto conozco que no estás solo. Rehiciste tu vida y alguien ocupa mi sitio.
Por eso sé que, por primera vez, tengo que dejar este asunto a la ley del destino, esa que ayuda a mantener el orden y la organización, esa que no conocemos, e incide y rige nuestras vidas.
Esta vez no voy a resistirme, en sus manos dejo mi destino.
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