Según la definición una encrucijada es una situación difícil o comprometida en que hay varias posibilidades de actuación y no se sabe cuál de ellas escoger. Estoy convencida que todos en algún momento nos hemos encontrado ante algo así…
¿Tomaste la decisión correcta o aún te estás lamentando por el error?
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La encrucijada
Siempre había escuchado algo así como «el cornudo es el último que se entera», en mi caso, es mentira. Mi esposa supo de aquella infidelidad desde el primer día.
En algunos aspectos de la vida soy bastante estúpido y en momentos de pasión pierdo los papeles y no sé muy bien ni lo que hago ni lo que me hacen…
Supongo que así fue como se enteraría, a lo mejor el típico olor a perfume de otra mujer, la marca de lápiz de labios en el cuello de la camisa, o algún que otro chupetón en cierta parte de la que no era consciente. Con franqueza admito que no lo sé. Y, sin embargo, desde aquella primera noche mi esposa empezó a mostrarse silenciosa y esquiva.
Bien cierto es que delante de nuestros hijos, se comportaba con total corrección, bueno, en realidad, de todos. Para el resto del mundo que no fuéramos nosotros dos, la vida seguía tal cual había sido antes de aquel pequeño desliz. La estampa feliz, el marido comprometido con su trabajo y con su familia, la mujer que “soportaba” las ausencias del esposo debidas a su empleo, etc.
Confieso que mi infidelidad no fue cosa de una vez, un error sin importancia, de esos, de un solo día. Ante aquella situación comencé a verla cada vez más a menudo, no soportaba el ambiente que se producía cuando por fin la casa se quedaba para los dos solos. Una vez los niños se acostaban, el silencio, las miradas con reproches y las pocas palabras que me dedicaba no tenían sentimiento, o al menos eso me parecía.
Mi situación se convirtió en un círculo vicioso, cuanto peor estaba en casa, más gozaba estando con mi amante, una chiquita a la que doblaba la edad y que, viendo las circunstancias, tenía todo su derecho a que yo le concediera una oportunidad.
Eso era lo que me rondaba la cabeza, empezar una nueva vida, dejar a mi mujer. Lo peor es que nunca hallaba el momento adecuado y la situación se iba complicando cada vez más. Me encontraba en una encrucijada.
Hasta que una noche, por fin, tomé una decisión…
En el exterior de la casa, al igual que dentro, se avecinaba tormenta. Las nubes de color gris iban moviéndose con rapidez en sentido vertical y ya podía apreciarse en el ambiente el olor a petricor, ese aroma tan característico de las tormentas de verano.
Siendo franco admitiré que no estaba preparado, que aún tenía dudas sobre lo que sentía por ambas y por eso había pospuesto esa charla.
Ella acababa de comprobar que los niños ya estaban durmiendo. Sirvió dos copas de vino y se sentó enfrente de mí. Mirándome, mientras me entregaba una de ellas, me dijo que teníamos que hablar
En ese momento, la miré a los ojos, pude darme cuenta de que los suyos estaban cansados, pero aún tenían esa luz que siempre me había proporcionado su mirada, eran como un candil en mitad de la noche, alumbraban cada paso que daba.
Por fin, habló. Intentó serenar el tono de voz, pero sus palabras se ahogaban en el incipiente llanto. Admitió saber que tenía una amante y desde cuándo. No podíamos seguir así, lo nuestro se había transformado en una farsa que no quería mantener por el bien de todos. Yo debía tomar una decisión. No habría nada que echar en cara. Solo trataríamos de ser felices. Más o menos ese es el resumen. Su frase final fue la que hizo declinar la balanza.
“Tanto ella como yo estamos en total derecho de tener una oportunidad. Tú eliges si luchar por esa nueva ilusión de veinte años o tirar por la borda veinte años de ilusión”
Está claro que fue lo que hice, ¿verdad?
La solución al juego la tienes clicando en la imagen
















I’m Nit The Only One – Sam Smith.
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Pues no, me temo que no. Aún no me atrevo con canciones en inglés, solo, y de momento temas en español
Pero bueno, como idea no está mal, me lo plantearé.
Muchas gracias
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