Las «Letras calientes» de @AlexFlorentine: Tantra

 

Cabina de masajes en piso privado. Máxima discreción.

Así rezaba el titular del anuncio en el periódico. Más abajo añadía:

«Masajes tántricos. Técnicas relajadas, recreativas y con mucho gusto.»

Yo, que soy un apasionado de la historia, deslicé los dedos de mi mano derecha desde la esquina inferior de la hoja, hacia arriba, y agarré el diario acercándolo a mí. Curioso, justo había hablado de ello hacía poco. De la cultura en sí, no solo del apartado sexual.

Imparto clases de filosofía y esta, particularmente, tiene como fin conocerse más a uno mismo a través de la meditación, el amor, la alegría, el arte, la belleza y cómo no, la sexualidad.

Cabe decir, que he probado todo. Todo, menos los masajes sensuales como los que ofrece el anuncio. Curioso. Porque se necesita una conexión especial, una conexión emocional. Me pregunto, ¿cómo lo harán? ¿Habrá chicas y chicos?

Marco el número en el teléfono. Tras dos tonos descuelgan y una voz calmada, femenina y joven responde mecánicamente.

Solicito una cita y me la dan para esa misma tarde. Supongo que la dueña de la voz será la misma que realice el masaje. Supongo también, que será una chica que necesita ganarse un dinero por alguna razón.

Estamos dentro de la casa. Una vivienda con una decoración tal y como me la esperaba: varios budas diseminados por la entrada, unos sillones diseñados para el placer de la mirada, varios murales en las paredes… Y el olor…

Espero solo en una habitación. Me ordenó sentarme en el suelo, cubriendo con una pequeña sábana mis partes. Se abre la puerta y entra, ¡desnuda! Su cuerpo es menudo, con carne en los sitios justos, bien formada y torneada. No se inmuta de que la miro de arriba a abajo. Si bien, me excita, estoy acostumbrado a ver a mujeres desnudas, casi, casi, lo considero una «normalidad».

Se sienta frente a mí, con las piernas como los indios. Mis ojos miran asombrados, bajan y al momento, suben a los suyos. Sé lo que viene ahora: contacto visual. ¿Sabéis que a los cuatro minutos habremos establecido un buen diálogo?

Pasan cinco…

Con gestos, me pide que me tumbe boca abajo en un colchón. Ahora sé que pasaremos a los centros de energía del cuerpo: los chakras. Coloca sus manos en mis pies y me da un masaje por todo el cuerpo haciendo hincapié en los siete principales; hasta el primero. Termina, levanto la cabeza y ella afirma. Ahora soy yo quien debe hacerlo. En fin, pagar «por esto» me hace cierta gracia. Realizo una especie de masaje desde la coronilla hasta sus pies. Me detengo. Y muestro una atención especial en la consecución de su placer, con ternura, con respeto, con sensibilidad; haciendo que aflore su excitación, siendo también latente la mía.

Con un contenido gemido, nos detenemos mirándonos con fijeza. Nuestras manos toman un folio colocado a nuestra derecha. Tenemos media docena de lápices de colores con los que pintamos nuestros cuerpos. Ella el mío y yo el de ella. Coloreamos de colores las zonas erógenas y me hace gracia que menos una, coincidimos en todas.

Terminamos. Yo con la sábana húmeda, y ella con una sonrisa a la vez que baja la cabeza y comienza a incorporarse. De unas perchas toma unos albornoces. Se pone uno y me acerca el otro. Entonces, toco sus tobillos, la zona erógena donde no habíamos coincido. Sigue mirando, me pongo de rodillas y deslizo hacia arriba mis manos.

Frunce el ceño.

Atino a decir que vivamos el presente a la vez, que con mis manos en la parte trasera de sus muslos, la incito a ponerse de rodillas frente a mí.

@AlexFlorentine

 

Acerca de Galiana

Escritora, bloguera, podcaster, enamorada de todo lo que huele y sabe a Cultura
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3 respuestas a Las «Letras calientes» de @AlexFlorentine: Tantra

  1. antoncaes dijo:

    Y dónde dices que es?
    Habrá que dejar estos relatos para la tarde-noche, no es nada bueno leerlo por la mañana.;)

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