
Esa vieja costumbre de leer el periódico mientras el café nos espabilaba. Las últimas veces que lo leí así en papel vivía en un cuarto piso sin ascensor, así que lo reservaba para los domingos que iba más suelto de tiempo y me levantaba más tarde. Ahora, con la prensa online, Twitter y YouTube ya no necesito bajar a la calle y cumplo el rito casi nada más caerme de la cama.


