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El día de su nacimiento te llenó de alegría. Pero ya mucho antes soñabas con su carita, lo veías en tus sueños ¿cómo sería?
En el seno de la mujer amada, no te hacías a creer, que eras tú, parte del milagro de la vida. Era hermoso y desconcertante acercar el oído a su cuerpo y sentir el movimiento y el repiqueteo constante del corazón de vuestra criatura.
Esperar fue una aventura y creer en el mañana una dulce tortura, que inquietud la perspectiva del futuro, para poder abrazar a aquel ser, que sin estar presente ya todo lo llenaba. Lo llenaba porque era la representación viva, del amor y de la pasión por la vida.
Porque nunca habías pensado que el universo era un lugar destacado, porque desde aquel momento, como nunca, habías sentido lo que significaba el compromiso, la continuidad, el más allá.
Porque a la alegría de vivir, se unía la necesidad de dar, de amar, de crecer, de apoyar. Y de todas esas cosas que jamás habías ponderado, que ahora te colman el alma y te hartan de satisfacción.
Ese día, el día que nació tu hijo, fue el día más perfecto que nunca antes habías vivido, porque cuando lo tuviste en tus brazos no sabias como estrecharlo. Porque era pequeño y frágil pero algo en tu interior te decía que era parte de ti y tú su baluarte, porque al besarlo olía a tuyo y tú supiste que jamás podías fallarle.
Porque desde entonces y en adelante eres tú, su padre, la roca que golpea la ola que protege sus sueños de infante. Porque de tus entrañas nace cada día, un fuego que te hace ampararle y velar por sus ilusiones como un centinela atávico.
Sabes que ese amor, el amor de padre, es una parte de su vida, indispensable. De ti aprenderá a pelear, a correr, a caer, a levantarse y si tienes paciencia un día sabrá cómo agradecerte ese afecto dulce y firme que tú sabrás dispensarle.
Déjale crecer y desarrollarse, siempre atento, sin presionarle, dale la mano cuando se caiga y consuélale cuando haga falta. Que sienta que estás cerca para cuando él, se encuentre en un dilema y serás su referente humano.
Porque eres su padre el guardián de su vida y su alma, no escatimes en palabras y en acciones que le darán referencia de la vida, en sus momentos de desánimo. Siempre te tendrá en su recuerdo como el ser que le dio la vida, la salud y la calma.
Natalia Docampo











