Caminaba ella, por el sendero tortuoso y se vio reflejada en el riachuelo que lo bordeaba quiso parar a recuperar el aliento, que la larga caminata, le había robado.

Se arrodilló para alcanzar el paso del agua cristalina y mojó sus blancas manos. Se lavó la cara y reparó en su reflejo. Tan pálida, como arrebatada por el calor intenso. Recogió sus largos cabellos azafranados y los obligó a entrar en un trenzado, para que no estuvieran más sueltos.

– La princesa despeinada- Se dijo así misma, en voz alta.

El recuerdo de la hechicera, que así la llamaba, la lleno de ternura, y una sonrisa se dibujó en su cara.

Ella recordó el día, no tan lejano, en el que la visitó en su cabaña del centro del bosque, donde viven las hadas.

La fue a ver porque anhelaba conocer su futuro, saber cómo sería, la preocupaba.

Sabía de su existencia, porque la soñaba.

Su madre la había advertido: -“ Ten cuidado con la bruja mala”

Un día, se armó de valor y se adentró en el bosque, el camino se estrechaba y ya casi era de noche. El aullido de un lobo, le sonó a lamento y eso la dejó desolada. Qué bonito era el bosque, bajo la gran luna plateada y respiro hondo, el olor a hojarasca. Oyó cantar a la lechuza y todo a su alrededor la enamoró. Cerró los ojos, y sintió la libertad, allí, envuelta en la penumbra. Sin temor y sin pensar, alcanzó el claro en el corazón del bosque, donde vivía la sabia y atravesó el umbral de su casa. Aquella anciana la miró con ternura y sin mediar palabra la invitó a pasar.

Después de dejarla reposar le dijo:

-“Vive sin miedo, y corre tras tus sueños. No temas, jamás, lo que está por llegar. Solo dependes de tus sentimientos, de tus fuerzas y de tu voluntad. No des la espalda a quien te ama y da siempre la cara a quien te quiere mal. No dependas nunca de nada, pero entrégate con libertad, no ofendas sin motivo, pero no dejes tus motivos al azar tómate tu tiempo sin presiones y recuerda que la claridad nace en tu inteligencia y así tu alma libre siempre permanecerá.

Desde entonces, La Princesa Despeinada, habita el bosque donde viven las hadas, donde nacen sus sueños y donde hallará su destino, ese, que está por llegar.

Natalia Docampo