
La ciudad visigoda perdida IV
A todo esto, ¿a quién va a molestar que se pierdan unas cuantas piedras si se puede ganar mucho dinero? ¡Que en Toledo nos sobran piedras! No sería la primera vez que algo “desaparece” y se queda desaparecido para siempre sin que nadie diga esta boca es mía. Ya pasó cuando, hace años, pusieron los cimientos con nocturnidad y alevosía sobre las ruinas del circo romano para construir un colegio de monjas. El dinero manda, y seguro que el Arzobispado puso un buen fajo sobre la mesa para que el asunto se olvidara.
¡Vaya, me estoy pasando tres pueblos! No tengo ni puñetera idea de cómo ocurrieron los hechos. Soy solo un periodista local que se niega a ver cómo destruyen su ciudad. Sí, es cierto, todos tenemos derecho a una vivienda digna, pero no construida sobre lo que es de todos. Este terreno es de todos, como los restos arqueológicos que alberga, y por encima de mi cadáver van a levantar viviendas aquí.
Lo que estoy pisando no sé ni qué es. La verdad, deberían proteger todo esto de la lluvia. Al final dirán lo de siempre: que se ha deteriorado por la climatología, que no hay nada que salvar, que todo se ha echado a perder.
Podría hasta creérmelo si no fuera porque al Ayuntamiento y a la Junta les interesa que no haya nada aquí. Mucho alcalde y mucho presidente autonómico hablando con Moncloa, mucha foto para la prensa, mucho prometer que salvarán Vega Baja, pero nada de nada.
Si de verdad quisieran proteger los restos arqueológicos, habría lonas cubriéndolos. ¡Y qué decir de la ridícula valla que han puesto para evitar que gente como yo, que de atlético no tiene nada, se cuele en la excavación!
Sería de chiste que aparecieran los picoletos y me llevaran al cuartelillo esta noche. Porque explicaciones para justificar mi presencia aquí, ni las hay ni las va a haber. Siempre podría echarle la culpa a Nacho.
Más que los picoletos, que tienen el cuartel al lado, me preocupa que los vecinos me saquen una foto. Capaces son de presentarse mañana en la redacción diciendo que yo soy el dichoso fantasma. Y como encima estoy hablando en voz alta, ¡blanco y en botella!
To be continued…
Galiana











