
Y al fin te ví,
te ví
te ví de lejos,
soñando despierto,
solo,
en tu mundo de soledad,
pensando imposibles,
perdido en el tiempo.
Más tu imagen
queda sellada en mi memoria
como recuerdo intemporal,
como luz inagotable,
como fuego impetuoso.
Ahora dime,
dime ahora,
¿dónde se encuentra aquella voz
que movía montañas,
que transformaba la tristeza en alegría,
y que recorría,
palmo a palmo,
cada poro de mi piel
hasta sentirme plena?
Sara Rivera











