Rajoy pone punto final y oficial a su legislatura, la inmensa mayoría de la ciudadanía nos congratulamos de ello, aunque lamentamos que no hubiera sido antes.

Los de a pie poco o nada tenemos que agradecerle a Rajoy en estos cuatro años, por supuesto que él piensa todo lo contrario pero ya sabemos qué gafas de realidad no gasta el Presidente del Gobierno.

Es momento de hacer balance de este periodo, pero elaborar un listado de cuatro años plagados de mentiras para ocultar la incapacidad de gobernar de una panda de cretinos se nos hace poco o nada gratificante.

Enumerar todos y cada uno de los Derechos y Libertades que han sido cercenados al dictado de Merkel, o para complacer a la ultraderecha, sería empezar la semana con vómitos intelectuales y ya no nos quedan ni flemas que echar después de haber sufrido tantos desatinos.

Se cierra una etapa en este país donde bastante hemos tenido con un austericidio implantado en la clase media como medida salvadora. La austeridad solo ha servido para el recochineo de la clase alta, a la que la crisis le ha parecido un leve e inoportuno resfriado sin consecuencias.

Rajoy nos ha demostrado que el inmovilismo es una forma como otra cualquiera de hacer política. Las consecuencias desastrosas de haberlo puesto en práctica son daños colaterales que afectan a los de siempre, pero eso no es algo que le haya importado lo más mínimo a quienes han formado parte del Consejo de Ministros.

Inmovilismo, mentiras, recortes…, busquemos algo positivo que decir de estos cuatro años, busquemos, busquemos que algo encontraremos.

¿Cuenta como positivo poner en solfa a la Justicia para esconder los asuntillos de corrupción que han azotado al partido del Gobierno? Positivo, muy positivo, no es ¿Fomentar el independentismo en Catalunya, echando un pulso a Mas viendo quien de los dos es más prepotente y soberbio sirve como ejemplo de positividad? Qué alguien nos lo compre está complicado. Suponemos que la destrucción del Estado del Bienestar Social no podemos considerarla como positivo, pero nadie puede negar que un logro es.

La falta de diálogo ha sido una de las características de esta legislatura. Esta ausencia de comunicación que tan nauseabunda nos ha parecido a los de a pie ha hecho que Rajoy se sintiera en su salsa. El poder del rodillo de una mayoría absoluta otorgada en las urnas aquel aciago 20N de hace cuatro años le hizo sentirse invencible, pero todo tiene fecha de caducidad y ésta ha llegado.

Rajoy cierra la legislatura sintiéndose el salvador de España. Se le llena la boca de ello, debe ser que por España entiende la Banca. La salvó gracias a un rescate de la UE, que fue negado una y mil veces desde Moncloa, pero que los españolitos pagaremos por décadas.

A los de a pie la legislatura se nos ha hecho larga, muy larga, demasiado larga, tanto que hoy cuando oficialmente se dé por terminada nos va a parecer hasta mentira.

Galiana