La crisis ha supuesto una serie de cambios. La sociedad tiene una brecha espectacular entre los pobres y los ricos, y esto está trayendo consecuencias.
La crisis le ha demostrado a la sociedad que riesgos los justitos, que luego se nos cae el castillo de naipes a la primera de cambio y nos quedamos con el culo al aire en menos que canta un gallo. Lo de tener que transformarse en otro tipo de sociedad es algo que no entra en sus planes, sobre todo si ello implica romper con el sistema de economía capitalista, aunque ésta nos haya dado más de un quebradero de cabeza.
Ya estamos nombrando a la bicha, si es que en cuanto nos dejan un momento la mentamos y viene el lío.
La sociedad que ha salido más perjudicada con la crisis es la de siempre, la de la clase media baja que en estos años de agobio ha perdido el calificativo de media y se ha quedado en baja. Esta sociedad por supuesto que está dispuesta a los cambios, lo de preparada para ello no es cierto que lo esté, pero como los necesita como agua de mayo, le apetece y quiere correr el riesgo ya que a peor es complicado ir.
El riesgo para los maltratados por la crisis se centra en buscar el lado más radical de la izquierda, de ahí el ascenso de partidos como Podemos o Syriza, o de líderes como Corbyn dentro del partido Laborista. Todos ellos y alguno más venden que la salida es una ruptura con todo lo que conocemos, y aquí es donde está el lío.
Frente a los golpeados por la crisis y que apuestan por el cambio total y radical están el resto, aquellos a los que la crisis les ha pasado de refilón. Éstos venden que los cambios llevan aparejada la incertidumbre, y que un sistema económico basado en volatilidades nunca puede traer nada bueno.
En el fondo es lo de siempre, los que lo han perdido todo y quieren recuperar al menos un parte, y los que no están por la labor de perder ni una esquirla.
La cuestión podría plantearse como una lucha de clases, es decir, más de lo mismo, pero el asunto va mucho más allá.
Los partidos como Syriza una vez han llegado al poder se han dado de bruces contra la realidad. Tsipras y los suyos han tenido que envainársela ante la Europa de Merkel, de nada le valió que los griegos mediante referéndum quisieran mandar a la Canciller a hacer puñetas. Hubo que convocar elecciones, y ahora tras su nueva victoria toca asumir las consecuencias y plegarse a los deseos de Bruselas con el respaldo de los griegos.
Pablo Iglesias, como buen politólogo que es, va cambiando el discurso que esto de hacer de veleta se le da muy bien. En los Ayuntamientos gobernados por Podemos se están tomando decisiones que no era lo que vendían, pero ¿qué esperaban? Habida cuenta como los podemitas han frenado su ascenso en las encuestas de intención de voto el asalto a Moncloa se va a quedar en agua de borrajas.
El lampedusianismo es el lampedusianismo, por mucho que queramos es lo que hay.
Galiana












Está claro que la teoría es siempre difícil de poner en práctica.
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Sobre todo si hablamos de este país
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