En el PP no paran de echar cuentas con el asunto de los votos. Los que ganan por un lado los pierden por el otro y Pedro Arriola, que es quien corta el bacalao, tiene en su poder una máquina de calcular cuyos resultados no serán confirmados hasta pasadas las elecciones.
El PP con el asunto del aborto hizo “números” y la cosa terminó como todos sabemos, con Gallardón dimitido como Ministro de Justicia y saliendo por la puerta de atrás de la política. Lo de abandonar la política le duró menos de 48 horas porque ya tiene voz y voto en el Consejo Consultivo de la Comunidad de Madrid.
Volviendo a Arriola, que Gallardón ya es agua pasada. El asesor político del PP y marido de Celia Villalobos, ahí es nada, decidió que lo del aborto restaba votos, muchos, y claro, eso a los Provida les sentó como una patada en la boca del estómago, pero nada comparado con que sintió la Iglesia. El ¡¡zas!! en toda la boca que ha recibido ésta ha sido del quince. Se supone que como buenos cristianos deberían poner la otra mejilla, ¡qué va!, desde diferentes seos han decidido no cejar en el empeño de que este Gobierno apruebe a como dé lugar una Ley del Aborto que fulmine la libertad de las mujeres.
La Conferencia Episcopal Española, que todavía cree tener mando en plaza, intenta movilizar a la ultraderecha católica para que salga a la calle alegando que el PP ha incumplido su programa electoral. Alguien debería decirles que el programa que hicieron en Génova para las elecciones no vale ni el papel en el que se imprimió.
La reacción de la Iglesia y sus acólitos ya formaba parte de los números que hizo Arriola antes de mandar a tomar viento fresco a Gallardón, con lo que las movidas callejeras que todos ellos quieran promover se la refanfinflan. Los votos de los ultraderechistas católicos ya están más que compensados gracias a la cuestión catalana.
El capo del PP sabe que después del órdago de Mas, después de poner la maquinaria del Estado a funcionar para pararle los pies al President de la Generalitat, toca convencer a la ciudadanía que los catalanes se están saltando la Constitución, que no se pueden sacar las urnas a la calle cuando a uno le salga del bolo, y que por mucho que a Mas le ponga preguntarle a los catalanes si quieren ser independientes, de un modo rebuscado eso sí, la Consulta no está dentro de la legalidad y de momento está suspendida por el Tribunal Constitucional por cinco meses.
Arriola ha echado cuentas. En el debe tiene los votos de los Provida y la ultraderecha católica, pero en el haber están los de los anticatalanes, los de quienes defienden que la democracia no consiste en preguntarle a la ciudadanía, los de quienes no reformarían la Constitución ni aunque la vida les fuera en ello.
Hasta las elecciones no sabremos si la jugada le ha salido bien a Arriola. De momento lo que tenemos es que los ciudadanos le importamos al PP un carajo, lo que interesan son los votos en la urna. Si para mantenerse en Moncloa van a dividir al país entre abortistas y no abortistas, entre independentistas y no, o entre demócratas y no, les da lo mismo porque ya vendrá otro a coser el siete que le están haciendo al país.
Galiana












Que nos están jodiendo al país, es un hecho. pero lo peor. es que lo que nos están dejando no lo va a poder arreglar ni dios
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Lo arreglaremos los de siempre, ya lo verás
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