La confirmación de la imputación de Cristina de Borbón está dejando al aire las vergüenzas en el mundo de la Justicia. La hermana del actual Jefe del Estado, e hija del anterior, encarna como nadie los privilegios que algunos tienen en este país.

La Infanta de España está imputada porque pensó, y sigue pensando, que por ser hija de quien es estaba por encima de jueces y fiscales, pero ha resultado que no. Su padre ha dejado de ser Jefe del Estado para salvar la Corona, y su hermano ni siquiera la invitó a su ceremonia de entronización para dejarle claro que le importaba un pimiento la suerte que corriera, que él estaba educado para ser rey y no iba a ser una “niñata” consentida quien le dejara sin su puesto de trabajo.

No somos nosotros quienes para juzgar ni a ella ni a nadie, pero el espectáculo tan bochornoso que se está produciendo en la Justicia, a colación de su implicación, nos provoca vómito intelectual.

Si finalmente es juzgada, cosa que todavía nuestros ojos no han visto, y es absuelta o condenada será conforme a la aplicación del Código Penal y no a ningún linchamiento mediático. En el caso de culpabilidad que cumpla la pena que se le imponga, como cualquier hijo de vecino, y si sale absuelta no le habrá venido mal darse cuenta que por sus venas corre sangre roja como la de todo quisqui.

Todo este asunto no solo ha dado protagonismo a la susodicha sino que el Juez Instructor del caso y el Fiscal Anticorrupción del mismo se han declarado la guerra en público, lo cual no es de agradecer en absoluto.

Podemos entender que la Fiscalía Anticorrupción haga de paladín de la dama interponiendo el recurso correspondiente contra el auto de imputación, pero de ahí a que el Fiscal Horrach insinúe que el Juez Castro es un prevaricador nos parece cuanto menos una aberración.

En el hipotético caso que Horrach pensara de verdad que el Juez Instructor del Caso Nóos está prevaricando, lo que debería hacer es poner una querella contra Castro y punto final. Si éste es culpable que corra la misma suerte que otros jueces que se creyeron en su momento por encima del bien y del mal, y que han terminado siendo apartados de la carrera judicial con la marca de prevaricadores en su expediente.

Este enfrentamiento entre el Juez Instructor del Caso Nóos y el Fiscal Anticorrupción deja en evidencia que la Justicia lo que se dice igual para todos no es, ya puede recoger la Constitución lo que quiera en su artículo 9, y la imputación de Cristina de Borbón en el Caso Nóos es un claro ejemplo de ello.

Por cierto, y sin ánimo de ser moscas cojoneras, nos llama la atención que el Fiscal Horrach en su recurso de apelación trate de salvar también a la mujer de Diego Torres, lo cual nos hace pensar que algún tipo de compadreo existe entre la Fiscalía, Urdangarin y su socio, y la Casa Real.

Galiana