Tenemos nuevo Jefe del Estado según lo previsto, nada se salió del guión establecido. Felipe, “El Preparado”, tuvo su pequeña fiesta con sus escasas loas en la calle incluidas. Ahora le toca centrarse en lo de verdad y no, no hablamos del fútbol porque en Brasil ya está todo el pescado vendido.

Felipe está al frente de la Jefatura del Estado de un país con una crisis del carajo. Por mucho que traten de vendernos que su llegada supondrá la solución a muchos problemas, debemos saber que eso no es más que un patraña, una falacia. La Constitución le otorga poderes representativos y no políticos.

¿De verdad el Jefe del Estado no tiene poderes políticos?

¿Visitar Catalunya la próxima semana, en pleno debate independentista, una vez que Mas estuvo presente en su coronación para rendirle pleitesía no es hacer política? Cierto que la visita estaba programada antes de la abdicación de Juan Carlos, pero que no se nos olvide que el tema de Catalunya lleva sobre la mesa mucho tiempo y en Zarzuela cuando cerraron la visita conocían de antemano el cambio en la Jefatura del Estado.

Catalunya no es el único problema que tiene en la agenda Felipe. El nuevo Jefe del Estado se sienta en un trono donde el curso académico acaba hoy, y donde muchos padres se encuentran con que el comedor escolar donde sus hijos hacían la única comida del día baja la persiana y les dejan sin recursos para darles de comer.

El asunto del cierre de los comedores escolares ha traído el debate sobre si los niños españoles pasan hambre o están malnutridos.

Por partes, que no es lo mismo el jabón que el hilo verde aunque todo sea para la ropa.

La distinción entre “pasar hambre” y “malnutrición” es importante. Debemos tener claro que un niño malnutrido es aquel que se alimenta mal, pero se alimenta. Uno que pasa hambre no se alimenta y, evidentemente, sufre desnutrición.

Las CCAA se plantean resolver el problema y aquí es donde está la discrepancia. Algunas apuestan por mantener abiertos los centros escolares para ayudar a estas familias, otras prefieren cerrarlos alegando que hacer algo así estigmatizaría a estos menores de por vida.

El Gobierno es muy dado a esconder los problemas, dar la orden de abrir los comedores escolares en verano es tanto como reconocer que somos un país pobre. ¡Cuanto más ganaríamos si Rajoy y los suyos se dejaran de hipocresías, y reconocieran de una puñetera vez que no saben cómo resolver el hambre de casi tres millones de niños en este país!

Acabamos la semana con un nuevo Jefe del Estado, con el curso escolar clausurado, con niños que se alimentarán del aire hasta septiembre, y con una selección de fútbol que juega a hacer cábalas en lugar de hacerlo sobre el césped. Mucho en lo que pensar durante el fin de semana de les Fogueres de Sant Joan.

Galiana