Felipe de Borbón y la entronización

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Felipe de Borbón tiene complicado el contentar a todos en su ceremonia de entronización, lo sabe, y por ello intenta un ten con ten con unos y otros.

La Constitución defiende que somos un Estado aconfesional, y Felipe ha decidido que nada de Misas, ni de Tedeum ni cosas parecidas. La Conferencia Episcopal está apretando las muelas, eso de quitar de un plumazo en los actos institucionales a la Iglesia no es algo con lo que quiera comulgar. Todos tranquilos, son tiempos de pactos y algo sacarán a cambio de tragar saliva. Por cierto, los juramentos de los cargos gracias al gesto de Felipe ya pueden suprimir el crucifijo de marras.

Con la Iglesia encabronada y tragando quina toca torear con otros estamentos. Un apunte sin importancia, el que será el nuevo Jefe del Estado lo de los toros lo lleva mal, le veremos mucho en el fútbol pero poco en las corridas.

Sigamos, que nos entretenemos con bagatelas y asuntos más banales.

La Casa Real no va a invitar a mandatarios ni a miembros de la Realeza. No es que no quiera organizar un baile y darle pompa y ostentación a la ceremonia, pero es que el país está para pocos dispendios, y con mal pie empezaría el nuevo Jefe del Estado si lo primero que enseña son las tiaras y demás artículos del joyero real. Las revistas del papel couché contaban con llenar portadas con los estilismos de Letizia, pero que no se alteren que tendrán tiempo de sobra en los años venideros.

Dejando a un lado la cuestión estética, que importa lo que importa, y sin salir del vestuario: Si en toda boda el secreto mejor guardado es el traje de la novia, en una entronización el atuendo del nuevo Jefe del Estado es todo un reto.

Felipe sabe que sentarse en el trono vestido de militar es levantar viejos temas que de una vez por todas tenemos que dejar aparcados en la memoria histórica. Pasar lista a las tropas vestido de Capitán General de todos los ejércitos con el traje de oficial de gala del Ejército de Tierra es un gesto que desde los cuarteles le agradecen.

La Iglesia con el cesto de la chufas, el Ejército con su protagonismo intocable, le toca el turno a la ciudadanía.

Felipe es consciente que en el momento actual lo que se dice mucho cariño hacia la monarquía como que no. Los monárquicos porque han acabado hasta el gorro de las salidas de pata de banco que tenía su padre, y los republicanos porque eso de vitorear a un nuevo rey les gusta tanto como recibir una patada en el estómago. El nuevo Jefe del Estado no quiere lo que se le propone desde Casa Real, aunque tampoco es cuestión de hacer las cosas de tapadillo y hará el paseíllo por las calles cruzando los dedos porque los abucheos y pitos sean los mínimos.

Comienza la entronización. ¡¡¡Qué los dioses nos amparen!!!

Galiana

 

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Escritora, bloguera, podcaster, enamorada de todo lo que huele y sabe a Cultura
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2 Responses to Felipe de Borbón y la entronización

  1. Como que ya esta bien con lo que nos viene y si no lo remedia la ciudadanía tendremos que dar de comer a dos realezas y eso ya es cabreante, y como que no, que ni una ni dos, ninguna…Comienza una nueva etapa

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