Desde los Medios de Comunicación, y haciendo de corre ve y dile de los poderes públicos establecidos, se nos está repitiendo hasta la sociedad que la Constitución no se puede cambiar porque cuatro pelagatos se junten en la Plaza de Sol y quieran jugar a pedir referéndum para que suceda.

Esto de poner el articulado de la Constitución que interesa sobre la mesa para callar bocas tiene que todos podemos hacerlo, incluidos nosotros.

Cuando se redactó la Carta Magna se hizo de manera que no pudiera venir cualquier chiquilicuatre a modificarla cada dos por tres, pero no es menos cierto que si se dieran cumplimiento a determinados artículos el poder de la calle es mucho mayor del que nos quieren hacer creer.

El artículo 1.2 “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”. No hace falta saber de leyes para darse cuenta que es aplicable dicho artículo si la calle pide un referéndum o unas Cortes constituyentes para elegir cómo es el Estado que queremos para los próximos años.

Habrá quien diga que respaldar la solicitud de referéndum de elegir entre monarquía y república alegando este artículo podría estar cogido por los pelos, pero tenemos más.

Para los que dicen que no se puede hacer un referéndum para decidir algo así alegando que de la Constitución conocemos nada y menos, y dado que no somos constitucionalistas, admitiremos poder estar equivocados,  pero aún así nos permitimos exponer otro artículo en relación a que la ciudadanía tenga derecho a opinar en las urnas para cambiar las leyes, incluida la Carta Magna.

El artículo 92: “Las decisiones políticas de especial trascendencia podrán ser sometidas a referéndum consultivo de todos los ciudadanos”. Que Felipe suceda a su padre por llevar su sangre sin que el pueblo decida es una decisión política de especial trascendencia, y que la ciudadanía quiera someterlo a referéndum se ajusta como un guante a la Constitución sobre todo si lo relacionamos con el 23.1 que reconoce entre los derechos fundamentales de los ciudadanos el de “participar en los asuntos públicos, directamente o por medio de representantes libremente elegidos en elecciones periódicas por sufragio universal”. Y no vamos citar el artículo 87.3, acerca de la iniciativa legislativa popular, porque estaríamos aburriendo al personal en exceso con tanto artículo que quienes están en la Cortes ejerciendo de representantes del pueblo nos están escamoteando.

Felipe será rey, sí o sí. Que “la calle” esté pidiendo que necesita legitimación del pueblo para sentarse en el trono se lo pasan por donde el Coloso los barcos. Los poderes públicos establecidos en anuencia con los Medios de Comunicación tratan de hacernos creer que constitucionalmente no se puede hacer otra cosa, y parece ser que el propio texto constitucional dice que eso no es del todo cierto.

Galiana