Tomás Gómez siempre tuvo razón en cuanto a que el tema de Eurovegas era una milonga que jamás vería la luz. Cierto que el líder del PSM nunca ha sido santo de nuestra devoción, pero es de ley reconocer que nadó contra todos y siempre sostuvo que esto jamás sucedería.

Una vez que le hemos reconocido al parleño “lo suyo” vayamos con “lo de todos” que al fin y al cabo es lo que debe importar.

Para empezar, las mentiras sobre que Sheldon Adelson iba a invertir en Madrid siempre estuvieron encima de la mesa, más que nada porque el magnate americano mucho aparentar pero de ahí a tener liquidez como para afrontar un proyecto de esta envergadura había un abismo.

La excusa de que en sus Casinos se tenía que fumar porque a él le salía de ahí mismo fue algo que los sucesivos Gobiernos de Aguirre y González en la Comunidad de Madrid se tragaron sin más, del mismo pie cojearon en Moncloa donde Mato, Ministra de Sanidad, estaba dispuesta a cambiar la Ley Antitabaco con tal que Eurovegas se instalará en Madrid.

Descubierto el engaño, resta analizar la situación.

Aguirre se la tragó enterita porque necesitaba una inversión en la Comunidad que Presidía que le diera puntos para seguir ascendiendo en el PP, González como su “delfín” (el tiempo ha demostrado que no lo es tanto) siguió los pasos de la lideresa de los madrileños y más aún tras el descalabro de Botella con los JJOO.

Tranquilos, que aquí se reparte para todos, que no solo el Gobierno de Madrid ha demostrado que llegar a cenutrios es a lo máximo que pueden aspirar.

Obviando que en Moncloa le hicieron la ola a Adelson hasta la saciedad, que ya es, pensemos en los madrileños y en sus reacciones ante el megaproyecto.

Los ciudadanos de Madrid pensaron que a la región llegaba un nuevo Mr. Marshall, y sin hacer el paseíllo por las calles tipo Pepe Isbert o Lolita Sevilla. Cierto que algunos pensaron, los menos para que negarlo, en los inconvenientes que todo ello traería a la zona: drogas, prostitución y demás negocios del hampa, pero fueron contraatacados por quienes defendían que Gallardón regularía todo eso en su nuevo Código Penal absorbidos el seso por las luces de las maquinas tragaperras.

Para quienes vivan fuera de esta Comunidad el tema de poner un Casino con tropecientos mil hoteles en… -nunca se dijo claramente los terrenos que iba a ocupar “la megapelícula” que nos vendió el americano- suponía un enriquecimiento para la zona, oportunidades de trabajo a tutiplén y que cierto sector de la población aprendiera el noble oficio de crupier, que dado los tiempos en los que vivimos los juegos de manos se están poniendo de moda.

En resumen, el Gobierno de Madrid y Moncloa han quedado como lo que lo son, unos zoquetes a los que engaña todo el mundo con un caramelo. Los madrileños han aprendido que confiar en los juegos de azar conlleva más desilusiones que ganancias.

Galiana

PD: Toca felicitar a nuestra fotógrafa @MeriVg por su vigésimo cumpleaños