Relatos musicales de @yugm76, octubre 2025: «Solo una carta más»

En una habitación en penumbra, una mente inquieta se sumerge en el misticismo. ¿Qué secretos ocultan las cartas del Tarot? ¿Pueden guiar a través de las encrucijadas de la vida?

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Solo una carta más

Las persianas están a medio bajar, para que ese efecto de penumbra me deje ver más allá. Siempre ha sido mi manera de trabajar, conseguir la concentración máxima, estar a pleno rendimiento, cuando tengo entre mis manos un asunto similar al que ahora me compete.

La estancia está helada, no debería ser así, estamos a 40 °C en el exterior. Siento mucho frío, tanto que tengo la piel erizada, como si alguien más estuviera conmigo en la sala, y, sin embargo, estoy sola.

Del quemador de incienso de doble cara con forma de montaña en cascada, no deja ni un instante de brotar el humo. Es una réplica hecha por encargo del nacimiento del río Mundo. Siempre me fascinó aquel lugar por su forma de cueva de la que salen litros y litros de agua que al poco caen a través de una cascada de más de 100 metros de altura, provocando un ensordecedor estruendo en la zona. Es el único sitio en el que he podido encontrar la paz mental, el sosiego, abstracción plena y absoluta. El aroma a palo santo también ayuda mucho.

Sobre la mesa redonda de la habitación, un tapete negro, hecho con varias camisetas. Durante algún tiempo estuve buscando uno igual en el mercado, pero nada. El algodón 100% solo se utiliza para los textiles, así que compré varias prendas de ese color y yo misma me fabriqué el mantel que estaba buscando. Además, le añadí, en dorado, algunos símbolos místicos, como el trisquel, la cruz celta, el awen, o el wuivre entre otros.

Recuerdo con exactitud el momento en el que empecé a interesarme por la cultura celta y me di cuenta de que era una Cailleach, lo que se conoce como bruja en Irlanda o en Escocia.

Apenas era una niña cuando me empezaron a llamar la atención las cartas del Tarot. Fue una tarde, comprando el material escolar, en una librería de mi ciudad. Lo vi, una colección de esoterismo, de esa que hacen las editoriales a principios de temporada para que las personas tengan un hobby. Con el número uno, regalaban unas cartas del Tarot y un libro enseñándote a utilizarlo.

Recuerdo suplicar a mi madre que me lo comprara, y lo único que logré fue la consiguiente regañina al llegar a casa. Que si era una caprichosa, que esas cosas son para mayores, que no tenía dinero, etc. Excusas.

Mi abuela, que por aquellos años vivía con nosotros, me preguntó que me pasaba, cuando me negué a merendar. Al contárselo, sus ojos verdes grisáceos se iluminaron como jamás los había visto. A la tarde siguiente, al volver del colegio, me encontré con el libro y las cartas encima de mi cama.

En aquel momento, fui consciente por primera vez de mi don. Coloqué los naipes con una intuición innata sobre la colcha, sin necesidad del libro. Entonces, comprobé que las figuras de cada carta, se movían, no permanecían estáticas, no. Se hacían a un lado, como queriéndome mostrar el fondo del naipe. Sentía que me susurraban al oído, envolviéndome en una bruma vaporosa, en un trance del cual no podía escapar. Estaba muy claro, las cartas me hablaban y yo no quise huir de aquello.

A raíz de todo ello, me interesé más por el esoterismo, la mitología celta y sobre los diferentes tipos de cartas de Tarot que existen. Tengo varios, y para cada tirada, se podría decir, que utilizo una baraja distinta.

Voy a la repisa donde las tengo, voy pasando la mano por encima de las cajas y espero hasta que experimento ese escalofrío que me nace en la nuca y que me va recorriendo la espina dorsal, provocando una hipersensibilidad en mi piel. En ese momento, sé cuál es la correcta.

Para hoy, me he dejado elegir por una baraja del Tarot de Marsella.  La tirada es una de mis favoritas, la de la cruz celta. Sobre la mesa, ya volteadas tres cartas: El juicio, El colgado y El carro. Todas ellas arcanos mayores, relacionadas con decisiones a tomar, con puntos de inflexión.

Sabía a la perfección que no debía hacerlo, que está tirada no tenía que estar produciéndose. Una de mis primeras reglas había sido no usarlo en mi propio beneficio. Pero la decisión que tengo que tomar no era nada fácil.

Para cualquiera la elección sería sencilla, si la segunda alternativa no exigiera abandonar todas mis creencias.

Cojo el naipe del mazo para colocarla en su lugar y que el cosmos me muestre el camino. Volteo la carta, el universo ha hablado y aun así pienso:

¿Dinero o pasión, lujo o felicidad, estabilidad económica o amor incondicional?

Relato hecho a petición de un tema musical de un lector.

Ahora que lo has leído… ¡no te pierdas el vídeo en YouTube! Lo que vas a ver va más allá del texto. Dale al play y descúbrelo por ti mismo.

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Ahora comprueba si has acertado el tema musical.

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@yugm76

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About Galiana

Escritora, bloguera, podcaster, enamorada de todo lo que huele y sabe a Cultura
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