¿Qué harías si el amor de tu vida te dejara sin explicaciones? ¿Cómo seguirías adelante cuando todo lo que deseas es regresar al momento en que el mundo aún era un lugar donde él existía?
Ella no sabe por qué él se fue, pero él lo sabe todo. Y esa es la razón por la que la dejó ir.
Clica para saber cómo se juega.
👇👇👇
Mi chica
Cuando su nombre apareció en la pantalla del teléfono, apreté los ojos con fuerza. Mis dedos temblaron mientras resistía el impulso de contestar. Apagué el móvil y lo dejé sobre la mesa, como si la distancia física pudiera contener el dolor que su sola existencia en mi vida provoca ahora. Todo sería más fácil si no la amara tanto.
Aún recuerdo la primera vez que la vi. Sus ojos eran un universo, y yo me perdí en ellos sin remedio. No había manera de salir ileso de alguien como ella, porque estaba hecha de luz, de fuerza, de amor en estado puro. Y de alguna forma, me escogió a mí. Nunca entendí por qué, pero acepté su manera de quererme como un regalo que no merecía. Ahora sé que no lo merezco.
Cuando el médico pronunció esas palabras, «esclerosis lateral amiotrófica» ELA, sentí que mi vida entera se resquebrajaba. No podía dejar de mirarle la boca, porque lo que decía no parecía real. Explicó cómo mi cuerpo iría apagándose: primero las manos, luego las piernas, la incapacidad para moverme, hablar, respirar por mí mismo. Me comentó los cuidados que necesitaría, el tiempo que me quedaba, y todo lo que oía era un eco lejano. Lo único que pensaba era en ella.
¿Cómo podía arrastrarla conmigo a este abismo? Sabía que nunca me dejaría. Era de esas personas que amarían hasta el último aliento, que renunciarían a todo por estar conmigo, incluso a su propia vida. Lo vi en su mirada muchas veces, en cómo me observaba como si yo fuera el centro de su mundo. Por eso tomé la decisión más cruel que he tomado jamás: alejarme.
Sé que nunca entenderá por qué lo hice. Desde su perspectiva, la abandoné. La dejé sin explicación, sin darle la oportunidad de pelear por nosotros. Pero eso era precisamente lo que quería evitar: que luchara por algo que ya estaba perdido. ¿Cómo podría verla desgastarse, renunciar a sus sueños, atarse a un hombre que se iría antes de que la vida le diera la oportunidad de ser feliz? No podía condenarla a eso.
La amo tanto que dolió más quedarme que marcharme. Pero tuve que ser fuerte por los dos. Me obligué a pensar en su futuro, en cómo algún día encontraría a alguien sano, que no fuera una carga, que pudiera caminar con ella, no depender de sus pasos.
Cada noche es una tortura. Me siento aquí, en la penumbra, y pienso en ella. En cómo se reía mientras me regañaba por dejar la toalla en la cama. En cómo cerraba los ojos al primer sorbo de café. En cómo me miraba, como si yo fuera el hombre más valiente del mundo. ¡Qué ironía!
Si tan solo supiera que todo esto lo hice por amor. No, no puede saberlo. Si se enterara, intentaría quedarse. Salvarme. Y eso es lo que más temo: que se pierda por hacerlo. Que su luz se apague en mi oscuridad.
Mis días son un compendio de soledad y resignación. Sé lo que viene. Sé que pronto no podré abrocharme la camisa, que después ni siquiera podré sostener un lápiz. Sé que llegará el día en que mis palabras quedarán atrapadas en mi mente, incapaces de salir. Y luego, cuando mi cuerpo no pueda respirar por sí solo, mi vida terminará. Ese es el destino que me espera.
¿Pero para ella? Ella tiene la oportunidad de vivir. De encontrar la felicidad que merece. De ser libre. Me digo eso cada noche para convencerme de que lo que hice fue lo correcto. Pero, aun así, mi pecho se siente vacío, como si mi alma se hubiera quedado con ella, en esa casa, en esa vida que construimos juntos.
A veces imagino que me olvida. Que un día se despierta y ya no siente mi ausencia, que el amor que me tenía se disuelve cómo niebla bajo el sol. Y aunque esa idea me destroza, sé que es lo mejor. Porque mi amor por ella, ese que me llena y me consume, es en realidad lo que me obliga a desaparecer.
Epílogo
Ella está en su habitación, con la luz apagada y el teléfono en la mano. Ha intentado llamarlo, escribirle, incluso buscarlo. Pero no hay respuesta. Se queda inmóvil, escuchando el silencio que se extiende como una herida en el aire. Su rostro está mojado por lágrimas que ya no puede contener, mientras las preguntas la atormentan.
Él está en su salón, en la penumbra. El teléfono apagado a un lado, su mirada perdida. Cada latido es un recordatorio de su ausencia, cada minuto que pasa, un puñal en el corazón. La ama con todo lo que le queda, y por eso se obliga a resistir la tentación de llamarla, de confesarle la verdad.
Ambos, en sus respectivas soledades, se extrañan con una intensidad que los destroza. Ambos piensan en el otro como si fuera su última esperanza, y ambos saben, en el fondo, que ese amor es imposible. Pero, aun así, no pueden dejar de amarse.
Comprueba si has acertado el tema musical.
👇👇👇














