Bajo el hechizo del amor y la magia, la historia de un joven valiente y su amada cautiva por la maldición teje un relato de sacrificio y redención. ¿Qué poder tiene el amor verdadero para romper las cadenas del destino? ¿Puede la pureza del corazón salvar a los seres atrapados en la oscuridad?
Cada párrafo te acerca más al impactante desenlace que cambiará todo.
Lágrimas de mármol
En las noches silenciosas de Toledo, cuando las estrellas titilaban sobre las antiguas murallas y el viento susurraba secretos entre las calles empedradas, un joven se enamoró sin poder remediarlo de una española cuyos ojos eran como el reflejo del mar en calma.
Su cabello oscuro ondeaba como una ola en la brisa nocturna, y su piel pálida parecía iluminada por la luz de la luna. Pero lo que más cautivaba al joven eran sus ojos, profundos y misteriosos, del color del azul más intenso, como el cielo en un día despejado, o el sol reflejado en las aguas tranquilas.
Cada noche, se encontraban en la Plaza de Zocodover y paseaban juntos por las estrechas calles de la ciudad, entre antiguas iglesias y palacios medievales. En esos momentos, el joven se perdía en la profundidad de la mirada de su amada, que parecía contener todo el misterio y la belleza del universo.
Sin embargo, su romance estaba marcado por un oscuro secreto: ella desaparecía cada día al amanecer.
Intrigado y preocupado, el joven decidió seguir a su amada una mañana y descubrió la terrible verdad. Ella se dirigía al emblemático Palacio de Galiana, donde se transformaba en una estatua de mármol en el jardín encantado.
Horrorizado, él escuchó la triste historia de su amada. Ella, una hermosa joven española, había rechazado casarse con un poderoso hechicero que la deseaba. Enfurecido por su negación, el malvado brujo la condenó a permanecer como estatua durante el día, privada para siempre de la luz del sol y del calor humano.
Determinado a salvarla, el joven exasperado trató de encontrar una forma de romper el hechizo. Consultó a ancianos, a sabios y recorrió bibliotecas en busca de respuestas, hasta que al final encontró una antigua leyenda que hablaba del poder del amor verdadero para romper cualquier maleficio.
Decidido a sacrificarlo todo por su amada, el joven se preparó para el acto más valiente y noble.
En el momento en que los últimos rayos del sol iluminaron el cielo, se clavó una daga en el pecho, sintiendo el dolor agudo, pero también la certeza de que estaba haciendo lo correcto.
Con sus últimas fuerzas, logró tocar la estatua de su amada con sus manos ensangrentadas y besó los pies de mármol. La luz de las primeras estrellas acariciaron su rostro mientras caía al suelo, su vida se desvanecía con rapidez.
Los ojos de la estatua se abrieron, y en ellos brillaba un destello de gratitud y amor. Con un susurro débil y lleno de emoción, ella dijo: —Me has salvado, te amaré durante toda la eternidad. —Sus brazos y su cuerpo, ya deshechizados, se movieron para abrazar al joven, pero ya era demasiado tarde.
Él cerró los ojos, sintiendo una paz profunda y duradera. Mientras exhalaba su último aliento, una luz radiante envolvió su cuerpo, y su alma ascendió hacia el cielo, donde encontraría descanso.
Ella, liberada del maleficio gracias al sacrificio, permaneció junto a él, sintiendo el peso de la eterna gratitud en su corazón. Pero lo que ella no sabía era que el alma del joven la protegería para siempre, velando por su seguridad y felicidad desde los reinos celestiales.
En las noches de Toledo, la leyenda del amor puro y desinteresado perduraría para siempre, y aseguran que cuando hay luna llena, se puede escuchar al joven como un susurro del viento, pronunciando el nombre de su amada.
Relato hecho a petición de un tema musical de un lector
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