Relatos musicales de @yugm76 en febrero 2024: «Comparaciones peligrosas»

Intriga y desesperación se entrelazan en esta historia de apuestas y obsesión. ¿Hasta dónde llegará para ganar su juego? ¿Podrá vencer a su rival o caerá en la demencia de los celos? Descubre la verdad en esta intensa partida donde el destino es el crupier.

Comparaciones peligrosas

Me gusta el juego, cualquier tipo, blackjack, ruleta, dados…, sin llegar a la ludopatía, pero me encanta. Jugar, apostar y, como no, ganar.

Sentir ese cosquilleo de los pies a la cabeza cuando el crupier está a punto de sacar tu carta o ver como la bolita va pegando saltos entre los huecos, mientras la ruleta está girando. Es una sensación que me embarga, me posee.

Además, siempre me he considerado una persona con suerte, aparte de triunfadora, de continuo con un as en la manga, superando así cada desafío que la vida le ponía delante. La típica frase: “afortunado en el juego, desafortunado en el amor”, para mí, no era más que una patraña, una expresión de perdedores.

Ese fue el motivo por el que me decidí a apostar por ti. Un placer más, con todas las variables en mi contra. Sin embargo, había algo en tu interior, en tu manera de ser que, al igual que en el juego, me empujaba a hacerlo. Sabía que nuestra relación no iba a ser fácil, el daño que te había infligido tu anterior pareja estaba a flor de piel. Aun así, aposté doble o nada. Estaba convencido a ciencia cierta que, tarde o temprano, llegaría mi baza y terminaría ganando.

Desde el principio dejaste las cosas muy claras, pusiste las cartas sobre la mesa, no querías una relación tóxica, deseabas poder ser libre, sin tener que darle explicaciones a nadie, volver a ser tú misma. Recuperar esa parte de ti que perdiste. Incluso hiciste una lista de aquellas situaciones o lugares que nunca pudiste realizar o visitar y estabas deseosa de hacerlo. Como en cualquier juego tenías tus reglas, las acepté sin pararme a pensar en las consecuencias.

Conquistado por tu inteligencia, tu aparente fragilidad y, por qué no decirlo, por tu belleza, me dejé llevar a tu terreno. Mientras tanto seguía creyendo que había apostado a caballo ganador. No me importaba cada una de las comparaciones que hacías con aquel tipo, porque suponía que él era un perdedor que no supo apreciar todo lo bueno que había en ti.

A medida que fue pasando el tiempo la situación, lejos de mejorar, empeoró. No eras capaz de borrarle de tu mente. Aunque bien es cierto que no desistías en tu empeño y, por supuesto, yo tampoco en el mío. Nunca me ha gustado perder y la apuesta ya estaba demasiado alta, los meses que llevábamos juntos jugaban a mi favor. Si bien, hasta entonces, solo había estado compitiendo contra un fantasma, una ilusión del pasado a la que apenas quería darle importancia como contrincante.

El destino, el azar, o de cualquier manera que quieras llamarlo, es caprichoso y es el que maneja el juego.

Una noche, cenando en un sitio que tú misma habías elegido apareció por la puerta. El tipo en cuestión se mostraba seguro de sí mismo, dotado de una complexión atlética y buen tono muscular. Pensé que sin lugar a dudas tenía un gran número de parejas a sus espaldas. Todo lo que un hombre puede envidiar de otro. Y, cómo no, la mujer que iba a su lado era tan atractiva como deslumbrante.

Por fin, cara a cara con mi adversario. La partida se ponía interesante.

En ese mismo instante decidí que tenía que saberlo todo sobre él. Nunca puedes vencer a tu enemigo si no lo conoces a fondo. Sin que apenas te dieras cuenta, fui tirándote de la lengua hasta conseguir la información necesaria. Mientras tanto, y sin saberlo, en mi interior se había gestado un nuevo sentimiento.

Los celos… esa sensación de inseguridad, de abandono, de ausencia. Esa afección que te hace replantearte la relación de principio a fin, dudar hasta de ti mismo, quererte morir ante cualquier gesto que consideras extraño e inapropiado. Ese deseo exagerado de poseer a alguien de forma exclusiva. Esa locura que te alcanza y no te suelta.

Esa demencia es la que me ha hecho llegar hasta esta situación. Aún no ha amanecido y aquí estoy, sentado en el coche, vigilando su casa, esperando que aparezca en cualquier momento. Solo hay una manera de ganar y él no es de los que abandonan. Así que no hay más remedio que hacerle desaparecer para siempre de la partida… de nuestras vidas.

Dale a la imagen para comprobar el resultado del juego.

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@yugm76

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About Galiana

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