Después de tantos años juntos el cumpleaños de su mejor amigo se convierte en el escenario para que muestre una versión renovada y mejorada de sí misma. ¿Qué expectativas tendrá para la noche y cómo espera que reaccione él a su nueva apariencia? ¿Cómo responderá su ex ante esa nueva versión que está a punto de mostrar?

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El vestido de la venganza

Cuando aquella noche cerré la puerta tras de mí no sentí nada, ni frío, ni calor, ni siquiera pena o miedo.

No. Tan solo mis pasos seguían avanzando, quizás de manera autómata hasta el ascensor de mi casa, intentando poner en orden mis ideas y tratar de explicarme a mí misma por qué lo habías hecho. Ni siquiera se me pasó por la cabeza el darme la vuelta, mirarte e intentar hablar contigo de manera serena y tratar de sonsacarte un motivo, una justificación, cualquier cosa.

No, en mi interior solo había vacío y con total posibilidad algo de desesperación, pero de eso aún no era consciente.

Ya en casa, en mi habitación, me puse el pijama, en mitad del calor de aquella madrugada, en la que volvimos de fiesta y me metí en la cama, solo quería dormir… dormir y olvidar.

Me preguntaba: ¿Cómo había sido tan ingenua?

Fui la única que no lo sabía y a la que engañabas. Mintiéndome día tras día. Contando que eran rumores para separarnos, que jamás me harías eso. Jurando que eran habladurías de los demás por pura envidia. Lo peor es que yo te creía y me reía por dentro del resto cada vez que me venían con sus supuestas historias. Cuando te acostabas conmigo, quizás pensando en otras, o por obligación, en ese momento ni siquiera lo pensaba, ni lo sentía.

En mi opinión, dejarme, es lo más “valiente” que pudiste haber hecho.

Cuando miro hacia atrás puedo darme cuenta de que aquella relación se encontraba muy deteriorada, casi muerta. Ya nunca estábamos solos, aunque yo sí que me sentía así. Preferías que estuviéramos con nuestros amigos a aprovechar algún que otro minuto de intimidad. Y cuando los teníamos, los pocos encuentros sexuales eran rápidos, burdos y soeces, como una mala película porno. De tal manera que, en el fondo, empecé a estar agradecida de la decisión que tomaste. Necesitaba volver a ser yo misma, a vivir fuera de esa jaula de romanticismo absurdo en la que me había metido y encerrado durante muchos años. En definitiva, recuperar el tiempo perdido.

Desde entonces, reconozco que es lo que he hecho. Hacer lo que me viene en gana, sin que puedas juzgarme, sin pedir permiso o pensar en el que dirán.

Al principio, admito que no fue fácil, porque teníamos una gran cantidad de rutinas juntos que me hacían recordarte a cada instante: El café de media tarde, el que vinieras a buscarme al trabajo, los mensajes de buenos días y buenas noches, etc. Sin embargo, no sé dónde escuche una vez lo que llaman “el hábito de los veintiún días” y que es el periodo en el que los especialistas aseguran que el ser humano necesita para que un acto se convierta en costumbre. Y eso es solo lo que he hecho, sustituirte a ti y a tus rutinas. Nada de malos hábitos tóxicos.

Esta noche es el cumpleaños de tu mejor amigo, estoy invitada, es la consecuencia de haber estado tantos años juntos, que se tienen personas en común y no saben a quién apoyar. La fiesta es en su casa de campo, por la noche, al aire libre para aprovechar las buenas temperaturas del verano.

El vestido que me voy a poner es largo, confeccionado en tejido tipo red con aplicación de brillos, cuello redondo y manga sisa, Por supuesto, no tiene forro interior. Lo compré hace unos meses, pensando en ponérmelo en la playa, encima del bikini, porque me parecía que con tal cantidad de transparencias, no podía servir para ninguna otra cosa. Estaba equivocada, está es la noche ideal para lucirlo, el tanga y el sujetador que se verán, por supuesto son espectaculares…

Voy a divertirme y disfrutar. Llamemos a cada cosa por su nombre, esto no es venganza… es amor propio.

La solución al juego la tienes clicando en la ilustración.

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@yugm76