Cualquiera que conozca a las mujeres no es tan estúpido como para afianzarse al dicho “todas son iguales”. Mentira, cada una es distinta e inimitable.
¿Y tú qué opinas?
Sólo si ella quiere
Las mujeres, esas eternas desconocidas por el sexo masculino, son lo mejor que le ha podido pasar a la humanidad, saben vivir solas o acompañadas. Son el perejil de todas las salsas. Sin ellas nos sentimos simples y vacíos. No hay más que darse cuenta de que desde que somos pequeños siempre estamos acompañados de una. No, sigo manteniéndome en mis trece, ninguna se parece a la otra.
Aunque sí se pueden hacer agrupaciones dependiendo de su comportamiento hacia nosotros.
Las mujeres “volcán”, ardientes como ellas solas, esas de las que te queman con la mirada. A las que con el puro hecho de verlas sabes que arderás en sus brasas tarde o temprano. Te acercas con cuidado, con mucho cuidado, pero al final caes en su fuego. Con este tipo claramente yo no puedo
Las mujeres “Murano”, frágiles cuál cristal y obedientes como una fiera salvaje amaestrada. Aquellas que parece que nunca han roto un plato. En algún momento puedes llegar a pensar que ella es con la que querrás compartir el resto de tu vida. Atención, estas son las peligrosas, en el momento que se creen que algo les está haciendo daño son capaces de revolverse y ponerte en su punto de mira. De ese tipo, con total franqueza, tampoco son para mí.
Las mujeres “quimeras”, que pasan desapercibidas cuál fantasma, somos pocos los que en alguna ocasión nos hemos topado con ellas, apenas se dejan ver. Son de esas con las que se vive como en un sueño, las que te llevan a la demencia. Porque son capaces de volverte loco hasta límites insospechados. Se convertirán en una pesadilla de la que querrás despertar cuanto antes. Por supuesto a esta ni me acerco.
Por último, existen las mujeres “gato”. Sí, sí, gato. Se comportan como estos felinos, de ahí mi comparación. Escurridizas, de pocas palabras pero mucho lenguaje corporal. Te lo dicen todo con una mirada. Y ¡qué mirada! De esas que te atraviesan como si fueran rayos X. Son mujeres territoriales, competitivas y celosas. Jamás permitirán que hables con otra mujer o que tengas algún tipo de contacto con ninguna. Les encanta sentir que tienen el control de su entorno. En fin, lo que viene siendo un gato. Y, al igual que estos, son ellas las que eligen “dueño”.
Aquí es donde surge mi gran problema. Me he enamorado de una de este tipo. Me siento lejos de pensar que alguna vez podrá fijarse en mí, sería un milagro si lo hiciera, como si una estrella cayera del cielo.
Me paso las noches llorando cuál niño, esperando y deseando que ella me tenga en cuenta. Que alguna vez me elija, a pesar de que sé que seguiré sufriendo. Será una tortura esperar su próximo beso o abrazo que tanto ansío.
Quiero creer que no he llamado su atención porque soy un hombre vulgar, ni muy guapo ni muy feo. Con un trabajo normal, con un salario por debajo en relación a las horas que le dedico. No voy a poderle proporcionar ningún regalo extraordinario.
Si lo desea me convertiré en su ratón de juguete, poniendo a prueba su entusiasmo y su instinto. Nada ni nadie conseguirá apartarla ni que se olvide de mí.
Sólo si ella quiere… al fin y al cabo, es ella la que tiene que decidir.
Por eso no paro de preguntarme… ¿Cuándo ocurrirá? ¿Cuánto tiempo tendrá de pasar? Y sobre todo, ¿en algún momento seré suyo?
La solución juego la tienes clicando en la ilustración.
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Con este relato me despido hasta septiembre. Una vez más ha sido un placer escribir para ti cada miércoles. Sólo gracias a ti, a tu apoyo y lectura, pueden existir “Los Relatos Musicales”. En agradecimiento, te doy la oportunidad de que me envíes tu tema favorito a mi correo (relatosmusicales@hotmail.com) para que se convierta en una historia para la temporada que viene.
¡¡¡Disfruta del verano!!!















