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En este complejo laberinto,
tan solo
sobrevuelan los cuervos.
Cuervos como puñales,
puñales como átomos de fuego.
Los dragones
que gobiernan el mundo,
cubierto de nidos de hielo,
despliegan sus alas
sobre los agrestes nichos,
despojos del pasado
testigos del averno.
Y caen las palabras ciegas
como cuchillos afilados,
descendiendo a borbotones
en responso de difuntos.
El sonido
ha desaparecido
de la faz de la tierra,
se lo han tragado los entes
que vagan errantes,
sin descanso entre las sombras.
Alzad pues vuestras copas,
entonad un requiem
por un sueño,
recordad vuestras vidas espúreas,
mientras sembráis ilusiones
en troqueles dorados,
ofrecidos a las puertas
de la diosa Themis.











