
El final de Juego de Tronos ha estado, simplemente, aceptable. Aburrirnos no nos aburrió (bueno, el gato se quedó dormido pero hace falta un bombardeo para que perdone su siesta de digestión biberonil), pero supo a poco. Tremenda serie no merece una temporada final tan errática y apresurada ni un capítulo de cierre tan languido.
Acabó Juego de Tronos y, era verdad, el invierno está llegando. Esperemos que otra series metan fuego en nuestras pantallas 












