Menudo loco fin de semana que hemos tenido tratando de asimilar unas cuantas cuestiones de gran envergadura

A los madridistas, entre los que me encuentro, la dimisión de Zidane nos ha dejado tó locos. Tanto o más que ver como el hijo de Bárcenas, el cantante del grupo musical Taburete, y 18 amigos de sus padres han reunido la friolera de 200.000 € en apenas 24 horas para que Rosalía Iglesias, su madre, sólo haya tenido que dormir una noche en Soto del Real.

El tema estrella ha sido disfrutar como gorrinos del cambio de inquilino en Moncloa. Por encima de ideologías políticas es una vergüenza que España tuviera un Presidente de gobierno cuyo nombre esté asociado a una sentencia judicial donde no sólo dice que su partido es un corrupto, que ya es para salir corriendo, sino que además insinúa que su palabra vale menos que el papel donde está escrita la referida sentencia.

Mariano Rajoy ya es historia. ¡Aleluya! La historia, valga la redundancia, le juzgará, como está haciendo con los que le precedieron en el cargo y, como siempre, será implacable como él lo fue con los españoles mientras duró la crisis.

El PP para explicar la caída de Rajoy se enrocará en el nos han echado de Moncloa de mala manera por un oportunista Sánchez gracias a los apoyos de un Parlamento Frankenstein. Olvidará que la moción de censura estaba basada en una sentencia judicial que les acusaba de ser la Cueva de Alí-Baba y donde se especificaba claramente que Rajoy en la Audiencia Nacional se había marcado un Pinocchio en toda regla.

Los genoveses si fueran medianamente inteligentes, cosa que dudamos, deberían prenderle fuego a su sede, cortarle la cabeza a Rajoy y a todo aquel que hubiera tenido que ver con él, cosa que no van a hacer ni de coña porque nadie se atreve a ponerle el cascabel al gato y el partido peca de una jerarquización insoportable.

La guerra entre Soraya y Dolores ya no tiene sentido, si es que alguna vez la tuvo. La primera ya no tiene poder, ya no es vicepresidenta, y en el partido no tenía ningún cargo. La segunda de momento sigue siendo Secretaria General de un partido que desprende olor a putrefacción, que como no se regenere brutalmente podría acabar como la extinta UCD.

Javier Maroto, Pablo Casado, Andrea Levy y compañía han pasado de tener un futuro prometedor en la política a saber cómo se siente uno cuando la incertidumbre es lo que te aguarda a la vuelta de la esquina.

Feijoo y Ana Pastor no deberían querer aspirar a heredar el trono de Rajoy, pero cada cual que haga con su vida lo que estime conveniente, ya tienen una edad.

Al PP le toca refundarse porque Rajoy no supo marcarse un Zinade a tiempo, y porque la corrupción de un tal Bárcenas se lo ha llevado por delante.

Tenemos un nuevo Presidente de gobierno con 84 diputados. ¡Que los dioses nos amparen! Lo de vivir a la italiana va a ser duro.

Galiana