Sin piel y sin Bambi

Rajoy tiene alguna que otra cualidad para ser político, no se la hemos visto todavía pero tenerla la tendrá. La principal, la que se le presupone a todo político, (y no, no nos referimos a la de ser un buen estratega que ésa ni está ni se le espera, de eso ya se encarga su Vicepresidenta y, si ella no puede, Moragas, que para eso es su chico para todo) es la de tener piel. Soraya y Jorge tampoco es que tengan mucha piel, pero lo disimulan algo mejor.

Para manejar la cuestión catalana tal y como esta caminó, siempre al filo del abismo, se necesitaba piel, mucha piel, y fue precisamente lo que faltó en todo este entuerto.

No culpemos a Rajoy de que Catalunya se vea sin Govern, de que el 21 de diciembre tengan que ir los catalanes a unas elecciones que no han convocado ellos. Sería injusto ya que en todo esto siempre hubo dos partes, y los secesionistas no pueden ni deben irse de rositas.

A Rajoy ya hemos dicho que le faltaba piel, hay quienes lo llaman cintura, y otros empatía. El mayor defecto de Puigdemont es habernos hecho creer que era un Bambi en toda regla.

No fue elegido por las urnas para el cargo pero aceptó el puesto y sabía lo que estaba haciendo. El ladino de Mas le prometió que de aceptar el cargo vería su nombre inscrito en la historia de la independencia de Catalunya, y Puigdemont hizo que casi el 40% de los catalanes se tragaran que la secesión podría ser real con solo chasquear los dedos.

Puigdemont es tan fanático como Mas, Junqueras, Forcadell y compañía. Quiso emular la huida del siempre heroico y venerado Companys, que fue el último que proclamó el «Estado Catalán» dentro de la República Federal Española el 6 de octubre de 1934.

Dejando la historia a un lado y regresando al sin piel de Rajoy y al sin Bambi/circense de Puigdemont, (lo de huir a Bélgica y demás es una payasada de las más grandes que se han visto en este país) resulta que entre los dos han jodido y rejodido nuevamente al país.

Da lo mismo que desde el Consejo de Ministros se rapiñe con todo lo que se encuentre en los cajones de las consellerias catalanas, siempre será menos de lo que desearían en Madrid, y se habrán llevado hasta las telarañas, que dirán los catalanes cuando devuelvan las mismas a sus legítimos dueños.

En resumen, para los marianistas la frase más común será “los catalanes jugaron con fuego y se quemaron”, y para quienes de verdad creyeron en una Catalunya independiente “en cuanto se den media vuelta se la volvemos liar, y esta vez para siempre”.

Por cierto, lo de levantar el país entre todos, recuperar la economía que tanta falta hace, deshacernos de los contratos laborales precarios y demás ¿lo dejarán sus Señorías para cuando acaben de jugar con el independentismo de Catalunya, o tenemos que continuar lastrados por los problemas de siempre mientras vemos a Puigdemont y su pequeño sequito corretear por media Europa haciendo el gilipollas?

Galiana

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Escritora, bloguera, podcaster, enamorada de todo lo que huele y sabe a Cultura
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3 Responses to Sin piel y sin Bambi

  1. Estoy de acuerdo, y, malvado de mí, en que el tema de Cataluña esconde muchísimos otros problemas, problemas que sufrimos los ciudadanos.

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  2. Pingback: Sin piel y sin Bambi – Manuel Aguilar

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