En la montaña se respira el aroma de las certezas.
Y cuando asciendes
por las paredes sin espejo,
la nieve te recuerda el perfume del vacío.
Y en las noches al pie de la montaña
se inhalan las caricias que emite el viento,
cuando canta canciones enarmónicas.
Y desde éste precipicio
me desposeo de mí,
para arrancar a la vida
tulipanes de esperanza,
cristales multicolores,
partituras chinas,
rosas que desprenden tal hechizo,
que al acercarte a ellas,
quedas imantado para siempre.
Más la montaña
siempre omnipresente,
emerge cada día y desaparece
siguiendo la estela de su linaje.
Sara Rivera











