Llegó el día del inicio de la sesión de investidura. Cada cual en su lugar, que todos y cada uno de los que están en el Congreso sepan lo que tienen que hacer y lo vayan a hacer lo dejamos para otro momento, está feo hacer spoiler.

La jornada de hoy y de mañana será vivida entre la incertidumbre, el sí se puede, la desilusión, el suspense, la victoria, la derrota, el sufrimiento, la desesperación y la valentía. Tanto las diferentes formaciones políticas como los españolitos de a pie pasaremos por esto porque, lo creamos o no, nos va la vida en ello, por lo menos la que tengamos que vivir en los próximos cuatro años.

Rajoy debería, al haber sido la formación política más votada, quien tuviera que hacer el discurso como futuro presidente del país. ¡Lo que son las cosas!, ha dejado que Pedro Sánchez lo haga. La estrategia de dejar que sea el enemigo quien defienda la plaza se basa en lo que tan buen resultado le ha dado al actual Presidente del Gobierno en funciones, esperar pacientemente cómo pasa el cadáver del enemigo.

Pedro Sánchez sabe que el pacto con Ciudadanos tenía que hacerlo, sí o sí, no le quedaba otra, lo cual le está trayendo más de un quebradero de cabeza. Un inciso ¿desde cuando la vida de un político no se rige por esta máxima? La pretensión del candidato al defender su candidatura a Presidente, a sabiendas que en primera votación va a ser rechazada, consiste en esperar que Pablo Iglesias se caiga de una vez por todas del caballo y vea la luz.

Pablo Iglesias en esta primera sesión de investidura va a mandar a Sánchez a hacer puñetas, su ego es lo que le dicta, y eso es lo que va a hacer. Los suyos le aplaudirán el gesto, le harán la ola hasta que salga Errejón a calmarles a todos. Es como funciona el partido desde sus inicios, el clásico juego de “poli bueno, poli malo”. En Podemos saben que negarle el pan y la sal a Sánchez es darle la victoria a Rajoy, lo cual sus seguidores no se lo van a perdonar sobre todo en el caso que tengamos que a unas nuevas elecciones.

La posición de Rivera es clara. Ha conseguido que sus 40 diputados sean legión, ponerse en valor ante la ciudadanía. Corre peligro de que le salga mal la jugada, pero no más que el resto de formaciones políticas, es un riesgo que tiene totalmente asumido.

Nos quedaría Garzón. Con sus dos diputados ha conseguido tener un protagonismo que nadie le discute. Apoyar en una primera sesión a Sánchez es tanto como entregarle todo lo que tiene a cambio de nada, y en política si quieres lo mío tienes que pagar. ¿Cuántos ceros tiene que añadir Sánchez para que Garzón le ceda los votos de sus dos diputados? Si tuviéramos la respuesta estaríamos en la cabeza del líder de IU. Salvo que se tuerza mucho la cosa en segunda sesión no tendrá reparo alguno en agachar la cerviz o no será más que un cadáver político en las hipotéticas elecciones de junio.

Nos esperan días muy interesantes en el Congreso. Vamos con ellos con las pilas cargadas, marzo comienza duro.

Galiana