A la campaña electoral del 24M le sobran demasiadas cosas, y en cambio carece de las imprescindibles y necesarias para que sea recordada con el paso de los años

El PP ha decidido ponerse en plan vintage y volver a las elecciones del 82. Las mismas las ganó un tal Felipe González, quien le ha visto y quién le ve, a pesar de que la derecha trató de meternos a todos el miedo en el cuerpo con que los socialistas eran lo peor de lo peor.

Los de Rajoy se han empecinado en presentarnos a Podemos como el monstruo de dos cabezas que va a devorarlo todo. Está tratando de meter en la sesera de los votantes que llevar al cielo de Moncloa al mesiánico Pablo Iglesias es la mayor de las atrocidades que se puede cometer porque van a dejar el país como un solar. Alguien debería decirle a Rajoy que el país es una caricatura gracias a sus recortes, y que para dejarlo peor hay que ser mucho más descerebrado, lo cual es sin duda complicado.

No seremos nosotros los que digamos que el PP con su afán de demonizar a Podemos pueda conseguir que suceda lo que en el 82. Ojito con estas cosas, que luego pasa lo que pasa, nos echamos las manos a la cabeza porque se ha armado bien gorda.

La campaña del PP es muy revival respecto de Podemos, pero la secta de Pablo Iglesias saca su lado “choni poligonero” contra los populares en cada mitin que da gusto. Lo llenan todo de faltas de respeto, insultos rastreros, agravios… Han cambiado el término casta por el de gentuza a la hora de referirse a quienes meten la mano en lo público como si fuera suyo, olvidando que Monedero tuvo que dejar de ser quien es por asuntillos de la misma índole.

Es complicado enfrentarse a un PP cuya campaña se centra en meter miedo al personal por la llegada de Podemos, tanto o más que darle la replica a Pablo Iglesias reconvertido en Belén Esteban, así que el PSOE y Ciutadans lo tienen complicado.

En Ferraz tenemos los que sacan su lado más “macarril” pensando que con ello van a ganarse las simpatías del respetable, ejemplo perfecto es Antonio Miguel Carmona. Para contrarrestar todo este despropósito el PSOE gusta de ofrecer, a quienes tienen cierto nivel intelectual, la oratoria de Ángel Gabilondo recuperando el aroma auténtico de la política, una lástima que no todos sepan apreciarlo.

Hemos dejado para el final la apuesta que hace Ciutadans. Albert Rivera quiere ir de chico bueno, y se esfuerza lo suyo. Su problema es que tiene un pasado con demasiados vínculos a la extrema derecha, y con esos antecedentes pretender aparentar lo que no se es harto complicado. El chico demuestra que fue a colegio de pago, que aprendió a comportarse en sociedad, pero le falta porte, estilo y eso no se estudia en ninguna parte.

Éste es el panorama que ofrece la campaña electoral, que cada cual compre lo que mejor le acomode al gusto. Para elegir bata recordar que el arma del miedo la usan los cobardes, el escupir para arriba suele caer encima, el “macarrismo” de los ochenta está pasado de moda, y la petulancia empalaga siempre.

Galiana