El sainete de la secesión Catalana está escenificándose sin salirse un milímetro del guión escrito, una vez recurrida la Ley de Consultas, el Tribunal Constitucional apareció en escena para interpretar lo que se supone debería ser el acto final.
Se supone dado que no será el acto final de todo este sainete en el que dos políticos sin ninguna visión de miras nos llevan entreteniendo con su prepotencia de infantes, su soberbia de adolescentes y su ego de adultos inmaduros.
Un sainete donde Catalunya no es el conjunto de unos ciudadanos que luchan por la secesión del resto de España, sino un territorio en manos del líder de un partido político trufado por el autoritarismo, de un Artur Mas que aspira a ser lo que no es y pasar a la historia como el liberador de la opresión. Alguien debería decirle que los libertadores tienen otro estar, y que Catalunya nunca ha sido una nación oprimida por España. Ciertamente es un territorio dentro de España con una singularidad especial que necesita ser reconocida en la Constitución por el bien de todos, catalanes y no catalanes.
En este sainete Rajoy, su inmovilismo, su “ya caerán”, asumió el papel del enemigo, del contrario, con la sana intención de afianzar un liderazgo que nunca ha tenido ni en el PP ni como Presidente del Gobierno. Para él la cuestión Catalana es la oportunidad de pasar a la historia como algo más que el peor presidente que ha tenido este país, de figurar en los libros como el que evitó la secesión. Alguien debería decirle que la secesión solo ha estado en el papel, nunca fue real, que con un mínimo de diálogo jamás se hubiera llegado a esta situación tan estúpidamente absurda.
El Tribunal Constitucional ha decidido suspender por cinco meses la Ley de Consultas Catalana y la convocatoria del referéndum para el 9-N, lo ha hecho porque en este país se le sigue teniendo miedo a dejar que el pueblo hable, que se exprese desde la libertad y con libertad. El fallo del TC viene a recordarnos que adolecemos de pedagogía democrática de un modo escandaloso.
Mañana, o tal vez en dentro de unas horas, el sainete sobre la secesión de Catalunya quedará oportunamente escondido tras la detención de un peligroso pederasta cuya existencia ha generado alarma social, o las declaraciones de los bufones patrios de turno (léase Wert, Fernández Díaz, Alfonso Alonso y compañía) que acostumbran a emitir declaraciones sin sentido para distraer la atención del personal.
Sobre qué opina la ciudadanía de todo esto, la verdad, les importa un carajo a todos ellos, saben que cuando caiga el telón habrá división en el patio de butacas. Los fans incondicionales de cada uno aplaudirán a los suyos y abuchearán al contrario, los que vomiten tanto con la trama como con las actuaciones actorales lanzarán tomates al escenario y serán llamados energúmenos anticonstitucionales.
Éste es el sainete de un modo simplista de la cuestión catalana. Pero no nos engañemos, ni nos engañen. El independentismo en Catalunya es mucho más que la mierda que tratan de hacernos creer Rajoy y Mas.
Galiana











