En este país desde que llegó la Constitución de 1978 se nos llenó la boca con la palabra libertad, tal vez porque después de 40 años sin catarla teníamos demasiadas ganas. El caso es que a día de hoy la Carta Magna contiene una serie de artículos relacionados con los derechos y las libertades que sobre el papel son una obra de arte, pero fuera de ahí se quedan en papel mojado.

El artículo 20 habla de libertad de expresión por encima de censura y resulta que tenemos poco de la primera y mucho de la segunda.

No vamos a hacer demagogia barata a costa de la última desaparición de la portada de “El Jueves” porque es sencillamente vomitivo como se ha gestionado todo.

Sin ánimo de defender esta publicación, no somos paladines de nadie y no tenemos por qué serlo, lo primero que el personal debería tener claro y parece no tener es que se trata de una revista satírica con todo lo que este calificativo conlleva. El problema es que, según qué tema lleve en portada se ve como una gracieta, con mucha mala leche, eso sí, o como un hecho cuasi delictivo.

Curiosamente, siempre que desde la portada se ha atacado a la Casa Real se han disparado las alarmas y han aparecido los problemas entre el Derecho a la libertad de expresión y la intromisión en la intimidad de los caricaturizados, alegando que un dibujo afecta a los cimientos de una Institución.

No es que en este país de repente hayamos perdido el sentido del humor, es que algunas personas se creen con derecho a poder reírse del mundo entero, pero cuando ellos son el motivo de la mofa se saca la artillería pesada y se zanja el asunto por la vía de apremio aplicando la palabra censura que ni en tiempos de la Dictadura.

Que la revista llevara en portada el dibujo de Juan Carlos entregando a Felipe una corona apestada de hedor y putrefacción no debería tener la más mínima importancia, y de hecho no la tiene. Lo que de verdad hace que se nos pongan los pelos como escarpias es que desde el grupo editorial se ordene retirar los 60.000 ejemplares porque desde Casa Real les dieran, supuestamente, un toque.

Respetamos que el grupo editorial al que pertenece la revista satírica haga con su publicación lo que quiera, pero retirarla motu proprio antes de hacerlo por orden judicial, como ya les pasó con otra donde los que serán los futuros reyes estaban practican sexo explicito, por presiones de los caricaturizados, es una actitud impropia del siglo en el que estamos. Tanto o más que la censura encubierta llevada a cabo desde otros Medios de Comunicación contra quienes opinan, abiertamente, que el pueblo debería decidir si quiere Monarquía o República mediante un referéndum.

Todo esto nos hace pensar que el Derecho a la libertad de expresión, a la libertad de prensa, en este país tiene la misma validez que el papel con el que los miembros de la Corona se limpian el real trasero.

Galiana