Nuestro cielo se tiñó de rojo y de negro se vistieron nuestras calles. Los estallidos precedieron a los silencios ensordecedores. En nuestros corazones el miedo dio paso a la desesperanza. Tú y yo instalamos la crueldad de la guerra en la paz de nuestro hogar.
Seguimos vivos, cada uno con otra vida, aunque merecimos haber muerto.
Galiana
De otra manera el infierno llegó…
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Los infiernos siempre están a la vuelta de la esquina
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