La comida de algunos hospitales está francamente buena (o al menos la que le ha tocado en suerte a Galiana, compatible con los motivos de su convalecencia). Y lo mejor es que siempre hay algo que, por falta de apetito o por poco agrado del paciente, acaba sirviendo para quien le acompaña. En esta ocasión los restos pertenecen a una sabrosa barrita integral empapada con aceite y tomate, ese placer de diosas al que tan adicto soy.

@JoseRaigal